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¿Crisis? ¿Qué crisis?
Rincón por rincón ·
En León, las crisis caen encima a la misma velocidad que la lluviaSecciones
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Rincón por rincón ·
En León, las crisis caen encima a la misma velocidad que la lluviaLa palabra crisis vive en un segundo plano en la sociedad actual. Se evita porque produce miedo. Tan dolorosa fue la vivida desde 2007 que nadie la quiere recordar. La década, esa machacona e inolvidable década de crisis, ha martilleado sin compasión a la economía ... familiar, ha arruinado a no pocas empresas y ha dejado el tejido social marcado por profundas cicatrices imposibles de olvidar.
Quizá por ello se mira con miedo a quien habla de una eventual desaceleración o a quien analiza con sangre fría los últimos datos del empleo. ¿Crisis? Mejor cerrar los ojos y esperar a que la economía resista esa ola gigante que, según todos los datos, se avecina. Hay momentos en los que el ánimo no esta para otra cosa: cerrar los ojos, y a esperar.
Si esas seis letras intimidan, lo hacen mucho más en provincias como la de León, donde la crisis ha sido histórica y solo se ha visto aliviada por el burbujeante sector de la construcción. En León, las crisis caen encima a la misma velocidad que la lluvia.
Sin minería, sin ladrillo, sin alternativa, León ha empleado la última década en reinventarse aferrada al sector primario y a los nichos tecnológicos, tan valiosos como con un escaso volumen de empleo.
En el último año, en esta provincia al norte de la comunidad, cada tres días se ha cerrado una empresa, hasta sumar 123 en ese ejercicio, la Encuesta de Población Activa indica que el número de parados supera los 25.000 y la tasa de actividad deja a León en la antepenúltima posición nacional. Una calamidad.
La radiografía, realista, se volvería de lo más tormentosa si efectivamente la economía nacional se viera sacudida por un nuevo terremoto en forma de crisis. León no lo resiste. Reabrir las heridas tapadas por las cicatrices supondría una muerte segura.
Y frente a ese oscuro escenario, la clase política local se entretiene en la palabrería y la sobreactuación, como si la situación no fuera lo suficientemente preocupante, o como si una sonrisa pudiera con todo. Muchas promesas, pero ni el más mínimo apoyo real para poder, de verdad, reconducir el estado actual.
León suma y suma asignaturas pendientes: más industria, una aportación institucional más realista, más logística, más redes de comunicación, más Internet en las zonas rurales, más medios contra la despoblación, más alternativas a la minería, más nichos de empleo, más certidumbres... Y la lista se haría interminable porque hay necesidad de todo. Así es la pobreza.
Mientras las urgencias, se acumulan a los leoneses se nos invita a contar ovejas, un noble entretenimiento para que pase el tiempo, para que la vida transcurra casi en silencio. Un mirar hacia otro lado a la espera de que un milagro imposible se haga visible y todo se solvente como por arte de magia.
Sucede todo esto en la antesala de una nueva cita electoral, justo cuando regresarán las promesas. Promesas habrá de todos los colores y todas se envolverán en papel de celofán, como el mejor de los regalos. Promesas para conquistar al electorado de una provincia a la que ya se le han contado todo tipo de cuentos y que se ve agotada ante tanto electoralismo mal entendido.
Queda por saber si habrá alguien que hable con criterio y realismo y si, a la larga, cumplirá con todo lo prometido a León y a los leoneses. Mientras tanto habrá que mirar para otro lado, conscientes de que la realidad se ve atropellada por las circunstancias. En ocasiones, es mejor no mirar al diablo de frente.
¿Crisis? ¿Qué crisis? Mejor no mirar.
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