Criminólogos

En la viña de los expertos hay de todo tipo y especializarse en lo que sea es algo que nos repetían a los del 'baby boom', a la vista de la tropa tan numerosa que éramos y somos; era buscarse las habichuelas al margen de la masa, ya fuera como sexador de pollos o para capar ranas, que lo importante consistía en la exclusividad del oficio. A las nuevas generaciones les han dicho lo mismo y allá que se lanzan a ser los mejores, que todos los días nace alguna profesión.

La prueba evidente de la especialización es mirar la demanda de carreras universitarias, en la que junto a las clásicas, se unen opciones de estudios que triunfan entre la chavalada por una razón que, sin entrar en honduras, seguro les resulta conocida: los hijos quieren diferenciarse de los padres, aunque no sea obligatorio hacerlo. Y por este y otros motivos, más o menos genuinos, despiertan interés y se imponen grados como el de Criminología, con cientos de alumnos, lo que quiebra la singularidad que pretendían.

Este vaivén de la masa estudiantil puede provocar que haya más criminólogos que criminales, aunque tal y como se hinchan con cada gobierno las prohibiciones y el articulado del Código Penal quizá será bueno para las familias contar con un criminólogo de cabecera y en casa. Mejor que un experto en penaltis.