El próximo jueves, día 10 de marzo, se celebra a mediodía la sesión constitutiva de Las Cortes de Castilla y León. Es un acto muy destacado, de hondo calado institucional y cargado de solemnidad. Los 81 procuradores electos son nombrados por la mesa de ... edad. Después se elige al presidente, a los vicepresidentes y a los tres secretarios y, a continuación, todos juran o prometen acatar la Constitución y el Estatuto de Autonomía.
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Esta vez, el proceso de votación de la Mesa de Gobierno, con su presidente o presidenta como segunda autoridad de la comunidad autónoma, se adivina incierto, pues a día de hoy no está claro qué acuerdo entre formaciones políticas determinará la elección de la presidencia, las vicepresidencias y las secretarías. El PP ha defendido que su victoria en las elecciones le autoriza a reclamar la presidencia, que podría pactar con Vox o con Soria Ya, los dos partidos con los que ha decidido avanzar en la negociación para la investidura de Alfonso Fernández Mañueco.
El PSOE también va a proponer una candidatura, que podría salir si el PP no alcanza ningún acuerdo de mayorías. Vox reclama para sí un puesto que el PP ha concedido ya en cuatro ocasiones a Ciudadanos: en Murcia, Madrid, Andalucía y Castilla y León. El PP argumenta que en todos esos casos la cesión se explicó debido a que no fueron los populares quienes ganaron las elecciones, como ahora. Al margen de los puntos de vista de unos y otros, todos válidos, lo cierto es que para el PP y para Vox ese día, esa sesión y esa elección, la del grupo de seis procuradores que gestionan los presupuestos, debates y agendas de la cámara en la que descansa la soberanía popular, son claves. Para el partido de Mañueco, la presidencia de Las Cortes implicaría proyectarse a la sociedad y la opinión pública nuevamente como la fuerza claramente dominante. Las vicepresidencias, a efectos de visibilidad y protocolo, son un cero a la izquierda. Ni qué decir las secretarías.
En el seno del PP hay quienes defienden que es vital dirigir el parlamento y por eso deberían aplicar una táctica de hechos consumados: una vez que Las Cortes están en manos del PP, incluso con la ayuda de Soria Ya, se pactaría un gobierno con Vox. Los mismos que defienden esa postura apuestan a que los de Abascal no se atreverán a dinamitar un pacto posterior y precipitar la repetición de elecciones. Muy arriesgado me parece. Porque lo cierto es que para Vox ese cargo en particular –el de la presidencia de Las Cortes– y la necesidad de que la coalición con el PP se fragüe con una alianza que incluya, desde el principio, al poder ejecutivo y el legislativo es de una importancia decisiva.
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Primero, porque Vox no puede trivializar, menos de partida, un cargo que se ejerce en la principal institución democrática. Vendría a demostrar que, efectivamente, solo está interesado en mandar, en el machito, en lo jugoso, no en mediar, no en moderar, no en debatir, no en arbitrar… Como trofeo institucional y símbolo de su deseo de normalización, para Vox lo es más presidir Las Cortes que una vicepresidencia de la Junta.
Segundo, porque lo que suceda en Castilla y León creará un precedente cara a las elecciones en Andalucía y posteriores jornadas electorales y, de alguna manera, supondrá una limitación. De hecho, su lema 'ni más ni menos que Ciudadanos' quedaría disuelto como un azucarillo en café hirviendo si acaba asumiendo sin más que no tiene derecho a reclamar, igual que Ciudadanos pero con un procurador más, ese puesto. Abascal, que es quien se presentó en Castilla y León y, en última instancia, quien se presentará en Andalucía, se juega la credibilidad de su proyecto cara a las próximas citas con las urnas más en este tipo de cargos que en la gestión directa que pueda hacer su equipo a través de varias consejerías.
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Y tercero y mucho más importante: si cede la presidencia de Las Cortes, Vox debe aceptar que quedará en manos de Mañueco porque, igual que Vox no podría articular nunca una moción de censura que prospere contra el presidente, Mañueco tampoco podría arrebatarle ese cargo a Vox. Podría destituir a sus consejeros si la actividad de su gabinete o las circunstancias se complican. Incluso podría arriesgarse a decretar un nuevo adelanto electoral. Pero no existe la moción de censura contra los miembros de la Mesa de Gobierno y, si Vox preside Las Cortes, las presidirá hasta el final. Con todo lo que ello implica a efectos de representatividad y de protagonismo en un periodo político que va a ser más largo, difícil, intenso, bronco y extremo que nunca… Por eso parece probable que PP y Vox acabarán entendiéndose antes del 10 de marzo. Aunque sea el día 9. Y de manera conjunta: en investidura, Junta y parlamento. Mañueco dejará de engañarse con ese deseo imposible, tan repetido, de un gobierno en solitario. Y en Vox, muy vigilantes con todo lo que suponga un menosprecio de sus votantes, asumirán que, eligiendo bien, igual sí les conviene obtener menos que Ciudadanos.
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