Una centuria parece haber quedado atrás. Los extraordinarios avances médicos y sanitarios que han permitido desde hace décadas el control de las enfermedades infecciosas, su prevención y su curación nos han llevado olvidar el papel que juegan los movimientos espaciales de la población en su ... difusión. El súbito retorno de unas circunstancias que creíamos superadas y las extraordinarias dificultades a las que contrarreloj se enfrenta la ciencia nos han obligado a adoptar medidas de aislamiento y limitación de movimientos a los que no habíamos estado sometidos ninguna de las actuales generaciones.
En estas circunstancias, cuando se habla de una recuperación progresiva de las actividades sociales y económicas no estará de más que nos fijemos en una de las muchas formas que adopta la movilidad espacial de la región: la movilidad entre los municipios.
Sobre el mapa de Castilla y León se superponen numerosas divisiones. La provincia por su raigambre histórica y por su amplio reconocimiento jurídico y administrativo es la primera de ellas. Sin embargo, resulta demasiado extensa y variada para satisfacer las necesidades específicas de determinados organismos del Estado o de la Administración autonómica. Los Partidos Judiciales, al respecto, gozan de una larga trayectoria y de una sólida vertebración espacial. A distinto nivel, puesto que atañen exclusivamente una rama de la actividad económica, algo parecido podría decirse de las Comarcas agrarias.
Otras divisiones del espacio tienen características muy distintas. Son divisiones que buscan optimizar la prestación de determinados servicios. Entre ellas, y por lo que hoy nos ocupa, se encuentran las Zonas Básicas de Salud. Este tipo de divisiones carece, a priori, de significado y vertebración territorial, lo que en modo alguno quiere decir que no sean adecuadas para los fines que persiguen. Sin embargo, la ausencia de la componente territorial, o lo que es lo mismo, su abstracción con respecto a las estructuras geográficas, demográficas y económicas, las que a grandes rasgos modulan la movilidad de la población, las impide ejercer un papel que vaya más allá del que originalmente tienen encomendado, por destacado y esencial que sea.
La movilidad de la población en Castilla y León, o en cualquier otra región de características similares, nada tiene que ver con ningún tipo de zonificación, sea ésta de salud o de cualquier otro género. Tiene que ver con la funcionalidad del territorio. La que acontece en el interior de la comunidad, que no es sino una fracción de la total, se organiza en torno a los centros de servicio. Son éstos los que atraen y canalizan los flujos de actividades y relaciones; el ir y venir cotidiano de las personas o, al menos, de una parte relevante y destacada de ellas: las que aseguran la pervivencia del entramado regional. Por su mayor interacción social estas personas parecen, además, las más expuestas al contagio.
Las características y dimensiones de los centros de gravedad territorial son muy distintas. En un primer nivel se sitúan, obviamente, las capitales de provincia y las ciudades de Ponferrada, Aranda de Duero y Miranda de Ebro. En un segundo escalón se encuentran municipios urbanos de primer orden: Astorga Benavente, Medina del Campo, Béjar y Ciudad-Rodrigo. El tercer peldaño está formado por municipios urbanos de segundo orden, como Villablino, Toro, Briviesca, Cuéllar, Tordesillas y El Burgo de Osma. Por debajo de ellos aparecen una multitud de centros comarcales de tamaño muy diverso, con funciones más o menos complejas, y desigual capacidad de atracción.
Suponiendo que dispusiéramos del papel tornasol adecuado —en parte podría ser el trazado por la utilización los móviles— en un fondo oscuro veríamos brillar sobre el mapa un centenar largo de bengalas que esparcen sus estrellas luminosas; más intensas y extensas en el caso de las ciudades, apenas de unas pocas chispas en los centros de menores dimensiones.
Todos estos centros entran en competencia y en sinergia entre sí para ejercer y asegurar la sostenibilidad del espacio: desde el diario reparto de pan, frecuentemente realizado a distancias cercanas, el taller mecánico, que atiende clientes más distantes o la atención médica especializada, factible únicamente en los núcleos de mayor tamaño. Resulta adecuado constatar que salvo en determinados casos de municipios situados en los rebordes de las provincias, no infrecuentes, pero tampoco generalizados, las relaciones tienden a circunscribirse a los ámbitos provinciales.
Puede que no sepamos determinar ninguna solución óptima para desescalar acertadamente el confinamiento en el territorio. Y eso que, como en un laboratorio, hemos abstraído la cuestión únicamente a uno de sus aspectos. Sin embargo, sí sabemos que hay estrategias manifiestamente inadecuadas. Paradójicamente, las zonas de salud, el soporte espacial del sistema sanitario, se encuentran entre ellas.
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