Coronavirus de mi corazón
El Espigón de Recoletos ·
«La cuestión palpitante, que diría doña Emilia, es saber qué farmacéutica va pegar el pelotazo mundial con el virus coronado»Secciones
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«La cuestión palpitante, que diría doña Emilia, es saber qué farmacéutica va pegar el pelotazo mundial con el virus coronado»Tenía que ocurrir orwellianamente hablando: la OMS ha declarado la alerta internacional y, de paso, hemos sabido de la existencia de Wuhan, capital de la China central, un país que sigue siendo tan 'lejano' para muchos como una flor de loto y tan cercano como ... una película de Won Kar-wai, Ang Lee, Lu Chuan o Zhang Yimou. Mientras, tras haberse saltado la Gran Muralla, el patógeno avanza decidido por el mundo Occidental, que de celebrar el Año Nuevo chino ha pasado a visionar una película de zombis amarillos. Somos así de extremos con las cosas en general y en particular, y con las plagas pasa igual: apenas hemos empezado y esta peste se ha llevado a más de doscientos chinos por delante.
Desde que Bela Lugosi protagonizó 'La legión de los hombres sin alma' (1932) y Frances Dee caminó sin rumbo sexy, esbelta y necrofílica, de punta en blanco, en 'Yo anduve con un zombi' (1943), hemos fantaseado y sufrido las mil pesadillas con el apocalipsis de muertos que andan, griposos que salen de los hospitales y contagios por vía placentera, pues todo placer es pecado y por donde vienen todos los males. En aquellos tiempos, la enfermedad era el pasaporte a un mundo sin fronteras, entre el vicio y la virtud, que era poca, y uno se moría –o no– feliz y contento de haber deambulado en porretas a lo vudú en compañía golfa y después de regar el cementerio con mucho ron. En este caso, hay menos romanticismo y 'macumba' sexual, que diría Jess Franco: parece que el brote comenzó como una neumonía detectada la Nochevieja, en un mercado de Wuhan, con 27 afectados ofreciendo un concierto de toses con las uvas. En Estados Unidos ya se han detectado cinco casos, en Canadá hay tres, a Macron le han contagiado a cuatro compatriotas que cantaban la Marsellesa y la canciller alemana Angela Merkel ya le está encargando flores y bombones a cuatro compatriotas que comen salchichas con chucrut y patógenos en los hospitales de Berlín.
Dicen las malas lenguas que esto no es cosa del demonio, sino del laboratorio y la ingeniería demográfica, que no nos morimos así nos embargue el Fisco la casa; de manera que algunos malpensantes –que son los que en cosas de geopolítica suelen acertar– apuntan a que esto viene a regular tanta reproducción, tanto bienestar y tanta calidad de vida. Si entre Wuhuan y Madrid hay casi 10.000 kilómetros, todo es cuestión de hacerle un precio especial a los coronavirus 2019-nCoV y animarlos a que aterricen, igual que un ministro de Transportes recibe a una vicepresidenta venezolana sancionada por la UE en la Sala VIP de Barajas, que es donde uno se pilla todas las enfermedades, que como sabemos, las bacterias son aeroportuarias y viajan en business. Hay veinte compatriotas en Wuhan que piensan hoy que van a protagonizar la continuación de Train to Brusan, pero a la española. La cuestión palpitante, que diría doña Emilia, es saber qué farmacéutica va pegar el pelotazo mundial con el virus coronado, Amore.
Twitter: @dfarranz
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