COP25, cumbre europea
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Europa se mostró ayer como la única parte del mundo claramente comprometida frente a la emergencia climáticaLa Cumbre de Madrid, auspiciada por la ONU, ha de evitar que las ausencias pesen más que las presencias en el desarrollo de sus trabajos. Algunas ausencias, como las de los principales mandatarios de EE UU, China, Rusia o la India, responden a la renuencia ... de sus respectivos gobiernos a avalar las conclusiones del encuentro. Otras, como las de Merkel, Macron, o el mismo Johnson, pueden ser mezcla de un mimetismo protocolario con respecto a la actitud de otros dirigentes del G-7 y del G-20, y de cierto seguidismo autocrático. Junto al negacionismo y la indiferencia institucionalizada, la otra tendencia que lastra la acción por la Tierra es la presunción interesada de que la emergencia climática puede y debe atajarse únicamente en cada país. Cuando el consenso científico interpela a los responsables de cada país para que concreten sus planes dentro de un empeño planetario, hay quienes optan por liberarse de una supervisión global, limitándose a establecer como mucho un programa medioambiental de ámbito nacional. Por eso, la mejor noticia de la Cumbre de Madrid en su jornada inaugural fue el anuncio de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, de que la Unión contará con una ley que haga irreversibles los pasos hacia la neutralidad climática del continente. Ley que iría acompañada de un fondo común de un billón de euros para diez años, con aportaciones públicas y privadas. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aseguró que la mitad de la financiación que conceda el Banco Europeo de Inversiones a partir de 2025 se dedicará a proyectos de sostenibilidad y acción contra el cambio climático. Los anuncios de la Unión suscitan interrogantes sobre el alcance efectivo de la normativa a promulgar, sobre el tiempo requerido para su transposición en las legislaciones nacionales, sobre qué cuantía presupuestaria podría considerarse suficiente en el horizonte 2030, y sobre los riesgos de solapamiento entre compromiso empresarial y exención fiscal en las inversiones privadas para proyectos no solo sostenibles, sino abiertamente orientados a combatir la amenaza climática. Pero, aun así, la Europa de la Unión se mostró ayer como la única parte del mundo claramente comprometida frente a la emergencia del calentamiento global. Ahora hace falta que su compromiso institucional vaya a más en las próximas jornadas de la Cumbre. Que Bruselas continúe presente en Madrid detallando su plan de acción. Que Merkel y Macron emitan alguna señal de adhesión al empeño. Que los europeos nos sintamos orgullosos de encabezar, y no solo moralmente, los cambios que requiere el mundo para salvar el planeta.
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