En este verano africano suben las hipotecas y el fisco caza a lazo a los morosos. En la lista de los deudores de la Agencia Tributaria se concentra una porción de esta España de póster tosco y tobillo fino. Por ahí andan los sitopons, las ... pazvegas, los rodrigorratos, las patriciacondes y los mariocondes, que junto a LAS empresas del ladrillo han dejado sin pagar entre todos más de 14.100 millones de euros, lo que equivale al gasto anual de la Comunidad de Madrid en sanidad y educación. O más de lo que cuesta pagar a la Seguridad Social por las pensiones en un mes.
Lo de ir en las listas de la morosidad viste mucho: es un portarretrato de la 'socialité' con mucha mala leche y mucha desnudez de contribuyente con posibles, en ese torno melódico y anual de las listas cuché de Hacienda –las publica desde 2015–, con el consiguiente engorilamiento del personal, de los siervos de la gleba, en definitiva. Es, en definitiva, un Forbes inverso. El arranque de la canícula pone el acento económico en la España desigual, según el INE: la ratio S80/S20 y el indicador Gini concluyen que nuestra sociedad es más desigual que hace una década y que la diferencia entre lo que ganan los más ricos y lo que ganan los más pobres sigue siendo mayor que en 2008. Pertenecer al club de los deudores del erario forma parte de nuestras liturgias de mundanidad: nadie se acuerda ya de los famosos 'Panamá Papers' ni del bufete panameño de Mossack Fonseca, cuya especialidad era el fraude 'offshore' al tesoro público de los personajes del colorín y el mundillo político. No pasó nada, salvo el cotorreo de si salían en los papeles Imanol, Pedro o algún ministro que tuvo que dimitir, ay.
El coste de la vida ha subido un 11,4% y en los galpones y callejones capitalinos no se ve a ningún truhan con gemelos de oro, refugiados en el yate, la ingeniería financiera o las diez estrellas Michelin, detrás del visillo, donde atizan un sablazo de billete verde por trasegarse un par de huevos con gelatina y un bombón de 'foie'. Tipín que se le queda a uno. Al moroso que debe más de un millón a Hacienda no se le marcha el apresto de la camisa con tales facturas porque sabe que sus condiciones de vida, aunque tenga que pagar el consiguiente multazo, son superiores a la media. Es una cosa de récord y de 'top ten', más que de delito.
El estío principia, pues, con la pugna constante y filosófica de la cadena trófica humana, espoleada por el parné. El tierno «Hacienda somos todos» que Paco Fernández Ordóñez le plagió en 1978 al ministro romántico Juan Bravo Murillo ya no casa bien con las nuevas lujurias de portada. Y es que este cojear tributario de Al Capone es, a fin de cuentas, la variante ricachona del clásico «que pague Rita». Porque, como dijo la ministra Calvo, «el dinero público no es de nadie». Feliz verano, Amore.
Twitter: @dfarranz
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.