Contraste

Cuando el año pasado las autoridades educativas decidieron que había llegado el momento de las clases presenciales tras la primera y devastadora pandemia, pensé que se equivocaban y que pagarían con creces poner en riesgo la salud de los chavalines y chavalotes obligados a volver ... al cole. Tan convencido estaba de que era un error garrafal que incluso animé al hijo de un buen amigo a que si no lo veía claro siguiera educando a sus hijos pequeños en casa, a riesgo de ser sancionado por la autoridad. Evidentemente me equivocaba, y la prueba es que las aulas abrieron sus puertas, la muchachada volvió a los pupitres y la covid no hizo mayores estragos entre los escolares. No saben cómo me alegro cada vez que la pifio en asuntos así de serios.