A Conrado no le queda otra
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«Por qué creo que Conrado Íscar, presidente de la Diputación de Valladolid, será el candidato del PP a la alcaldía de la capital en las próximas elecciones municipales, en mayo de 2023»Por qué creo que Conrado Íscar, presidente de la Diputación de Valladolid, será el candidato del PP a la alcaldía de la capital en las próximas elecciones municipales, en mayo de 2023.
A pesar de los rumores y de los juegos florales organizados ... dentro del partido para buscar alternativas, un mínimo análisis desde la distancia, sin especial profundidad ni interés de parte, cero de hecho, permite concluir que, salvo que algo raro suceda, que no parece, todo lo anterior son apenas maniobras orquestales, mera falta de determinación, galbana política. Bagatelas. No hay dificultades objetivas ni insalvables que entorpezcan el alumbramiento de una candidatura concreta. Da la sensación de que si no se dispone de ella es porque no se quiere. O porque se fuerza para que, por la vía de los hechos, todos los caminos conduzcan a la proclamación del dirigente provincial.
Primera razón. Porque Casado y García Egea están tardando demasiado tiempo (Íscar también) en elegir esa cabeza de lista. Ello a pesar de los dimes y de los diretes, de las reuniones con Génova, a pesar de las quinielas y del largo periodo durante el que se lleva hablando sobre ello, bronca incluida del protagonista con la vigente líder municipal, Pilar del Olmo. El paso del tiempo, o sea, dicha tardanza, no juega en su contra, en contra del presidente de la Diputación me refiero, porque ya comienza a ser una cara conocida y cuanto más tiempo pase, más que lo será; sin embargo, cualquier otra opción llega cada día más tarde para hacerse presente frente a un alcalde, Óscar Puente, correoso, popular y empoderado.
Segunda. Porque el propio Conrado Íscar ya ha señalado al primer edil como su adversario directo. Ha planteado un choque a dos en el que, al margen de él, habría que encajar con calzador a una tercera figura, toda vez que la actual bancada en el Consistorio parece haber sido amortizada y exhala sus últimas bocanadas. Puente ha marcado también a Íscar como objetivo a batir al aspirar por la Diputación en su ponencia como nuevo secretario general del PSOE provincial.
Tercera. Porque Conrado Íscar está en modo campaña, no solo para conservar la alcaldía de Matapozuelos, localidad en la que arrasa, o en favor de las siglas que le arropan, sino para revalorizar su figura dentro y fuera del partido. Tiene toda la lógica política e institucional, pero también electoral. Los presidentes de Diputación, conviene recordarlo, no se presentan a las elecciones. Son elegidos por los grupos en función de los resultados municipales.
En cuarto lugar, porque Conrado Íscar dispone de una plataforma institucional de primerísimo nivel (la Diputación más importante de la comunidad) desde la que ejercer de oposición y proponer una alternativa al Ayuntamiento. Si Génova o el propio PP vallisoletano se inclinan por otro nombre, da igual cual, una vez han quedado descartados los integrantes de la lista vigente, ese nombre tiene que abrirse camino a codazos en los cuadros de protocolo, arrimarse a él o a Pilar del Olmo, gritar más, auparse más, levantar la mano, estoy aquí… En definitiva, hacerse notar ante la opinión pública en un contexto de competencia en el que hasta los diputados y senadores nacionales o los delegados de Junta y Gobierno reclaman su propio protagonismo.
Quinta razón. Porque quien acepte el reto del Ayuntamiento de Valladolid debe saber que, si palma y Puente se atornilla otra legislatura al despacho de Alcaldía, ese que se abre a las mejores vistas de la Plaza Mayor desde el balcón con más filigranas y metros cuadrados de la ciudad, tendrá que aguantar cuatro largos años de sequía. Como actor secundario. De comparsa. Medalla de plata. Íscar tiene garantizada la Diputación y eso le aporta los laureles y la parsimonia de quien se sabe ganador en todo caso.
Sexta. Porque Conrado Íscar ya ha demostrado ser capaz de confrontar con los actuales concejales populares en el Ayuntamiento y mantenerlos a raya. Entre ellos se halla, por cierto, uno de sus más estrechos colaboradores, Rodrigo Nieto. Nada de Valladolid le es ajeno.
Y séptima, la más importante. Porque no le queda otra. Si otro candidato gana la alcaldía, se convertiría en su principal competidor en el PP. No hay más que observar lo que sucede en Madrid con Ayuso y Casado para advertir esos riesgos y anticiparse a las destructivas dinámicas de poder interno en un partido llegada la hora de la verdad.
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