A pesar de que, según he comentado alguna vez, no sé lo que es vivir sin tener un trabajo remunerado, nada me impide entender la congoja de formar parte de esa amplísima lista de desempleados, buena parte de ellos de larga duración y poca esperanza. ... Por eso se me alegra el ojillo cuando las estadísticas aseguran que en toda España, incluyendo Castilla y León, ha descendido el número de desocupados forzosos, siempre angustiados ante un futuro que se agrava a medida que van cumpliendo años.
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Cualquier actividad callejera (manifestación, concentración, acampada o lo que sea) para llamar la atención sobre un problema tan grave cuenta con la solidaridad de muchos vecinos, servidor entre ellos. Por eso reconfortan datos como estos últimos según los cuales adelgaza sensiblemente la lista de parados, a pesar de lo cual todavía es pronto para cantar victoria porque quedan demasiados curritos mano sobre mano.
Pero, en fin, menos da una piedra y lo que procede es trasladar la enhorabuena a los que han conseguido un empleo. Ahora solo falta que sea duradero, esté razonablemente bien pagado y permita a los que han abandonado las listas del Inem soñar con un futuro mejor.
Algún gerifalte dijo ayer que en este asunto se estaban «haciendo las cosas bien»; si es verdad, solamente deseo que siga la racha hasta conseguir el pleno empleo porque, sin haberlo padecido, el paro acongoja al más pintado…
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