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Las últimas modificaciones viarias de Cánovas del Castillo ni siquiera la convierten en una calle tan sosaina y pobretona como su vecina Regalado, que los responsables del urbanismo municipal no deberían poner como ejemplo porque, además de triste y desangelada, siguen pasando vehículos por ... ella. Ignoro quiénes son los que toman este tipo de decisiones, pero deberían hacérselo mirar antes de seguir ofreciendo logros tan canijos y esmirriados. Es normal que cualquier equipo de Gobierno haga planes para mejorar la vida capitalina que pasa, obligatoriamente, por peatonalizar calles céntricas, decisión que puede cabrear a conductores y repartidores pero que debería tomarse con todas las consecuencias o dejarlo para otra legislatura.
Los cambios de esta vía no parecen diseñados para eliminar de raíz el tráfico sino para reducirlo un poquitín: o sea, no se gana un nuevo espacio de uso peatonal a una calle que ha soportado siempre mogollón de atascos sino que, además de no de desaparecer del todo los coches, la congestión se traslada a zonas adyacentes. Lo único garantizado a día de hoy es que por Cánovas 'solamente' circulen los autobuses, los taxis, los vehículos de reparto y servicio, las bicicletas y los patines.
Creo, honradamente, que para este viaje no hacían falta alforjas, y espero que al menos estos dos últimos grupos usen la calzada en lugar de las aceras como suelen acostumbrar.
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