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Una imagen de Elon Musk en un teléfono móvil. Reuters
Comprar la plaza pública digital

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Una pregunta que muchos se han hecho es si Musk devolverá a Trump su cuenta de Twitter

Domingo, 1 de mayo 2022, 00:00

Una de las tendencias más preocupantes de la política norteamericana es la compra de poder político por parte de billonarios exitosos en el mundo de la empresa, una influencia desmedida que suelen ejercer sin especial preparación. Desde la fundación de Estados Unidos ha habido una ... relación estrecha entre plutócratas y poder, con banqueros y terratenientes haciendo de hecho valiosas contribuciones a su país. Pero en los últimos años faltan patricios comprometidos con el bien común y han ocurrido cosas sorprendentes, como que la mitad de la financiación de la campaña presidencial de Hillary Clinton viniese de un selecto club de patrocinadores individuales. El salto de Donald Trump de los negocios inmobiliarios a la Casa Blanca es sin duda el ejemplo más llamativo, por sus efectos muy negativos sobre la salud de la primera democracia del mundo. El magnate neoyorquino puede ganar de nuevo en 2024, a la vista de la percepción extendida de Joe Biden como un presidente débil, la desaceleración económica y la capacidad de la izquierda demócrata de impulsar las causas más radicales, ajenas al sentir mayoritario de la población.La reciente compra de la red social Twitter por Elon Musk, el hombre más rico del mundo, no obedece a una estrategia empresarial aséptica, sino a su deseo de obtener aún más reconocimiento e influencia sobre los asuntos públicos. Con acierto, Musk ha definido su nueva adquisición como «la plaza pública del mundo digital». De manera menos meditada, ha anunciado que extenderá la libertad de expresión en ella y que el límite será el respeto hacia la «neutralidad política» y las leyes, un guiño a los votantes más escorados a la derecha que se sentían excluidos. Es un error fijarse en un concepto equidistante como la neutralidad y no en el impacto de Twitter en la salud de la democracia –pluralismo político versus radicalización y polarización, discriminaciones, respeto de la dignidad humana…–. También cabe preguntarse si a estas alturas la autorregulación de esta plataforma es la opción más acertada. Una pregunta que muchos se han hecho es si Musk devolverá a Donald Trump su cuenta cancelada por su apoyo desde ella al asalto al Congreso. El expresidente ha dicho que de todos modos no la quiere, porque aspira a fomentar su propia red social, llamada Truth Social, muy poco exitosa por ahora. Trump, que considera a Musk «un buen hombre», comete así un error de cálculo, porque su potencia de comunicación aumenta exponencialmente vía Twitter. La plaza pública digital tiene un nuevo dueño, más caprichoso y narcisista que los anteriores, y en ella seguiremos conversando de estos temas.

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