El meteorólogo francés Philippe Verdier fue despedido como presentador del espacio del Tiempo en France 2 por la publicación de su libro: 'Climat. Investigación'. Eran los meses previos a la Cumbre del Clima de París en 2015. La empresa audiovisual argumentó que Verdier había aprovechado ... su estatus de estrella televisiva para difundir sus ideas críticas sobre la propaganda y el negocio climático. El gobierno de François Hollande se había distinguido por intentar aprovechar la influencia de los periodistas especializados para 'calentar' el ambiente de la cita mundial del clima. En el libro, el periodista critica la estrecha relación entre los miembros del GIEC (Grupo de Expertos Intergubernamental sobre la Evolución del Clima) y las grandes empresas inversoras en energías renovables.

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Un ejemplo. Una agencia informativa llamada Climate Central especializada en cambio climático se dedica a proporcionar gratis a las televisiones en EE UU contenidos e infografías sobre los desastres climáticos futuros, sin ningún rigor científico. Detrás de Climate Central, según descubrió Verdier, está la millonaria fundación Schmidt. Eric Schmidt es el número dos de Google, interesado en generar opinión sobre la urgencia climática y la necesidad de energías renovables, en las que el Schmidt ha invertido masivamente.

Bayer se dedica a organizar conferencias sobre el CC (Cambio Climático) en China invitando a Ying Cie Song, presentador del Tiempo con una audiencia de 500 millones en CCTV. La «protección» del planeta «amenazado» permite a la empresa química colocar sus productos en el mercado chino de bio-carburantes y OGM (Organismos genéticamente modificados) resistentes a las inundaciones o al estrés hídrico. El catastrofismo de la Organización Meteorológica Mundial dependiente de Naciones Unidas que lleva a sus secretarios generales Ban Ki-moon o António Guterres a anunciar todo los años el fin del mundo tiene su lógica porque, a juicio de Verdier, sin dramatización no hay movilización y sin movilización no hay fuerza de negociación.

Esa dramatización viene envuelta en un relato en el que se mezclan meteorología y climatología. Una amalgama entre fenómenos puntuales y violentos con el calentamiento climático. La meteorología siempre canibaliza a la climatología según el periodista. No solo los políticos son cómplices de este catastrofismo sino las empresas interesadas en verdear su imagen agasajando a los científicos del clima. Pero con la nueva religión, pocas bromas. Solo un puñado de críticos, Verdier, Bjørn Lomborg ('El verdadero estado del planeta'), Gerondeau ('La religión ecologista'), frente a miles de acólitos abducidos es un pulso desigual.

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