Secciones
Servicios
Destacamos
Cada vez que presiono el interruptor de la luz, me acuerdo del ministro/a de turno. ¡Click! Se trata de una especie de efecto rebote. ¡Click! Además tiene una imagen recurrente. Hago ¡click!, se enciende la luz, y en pleno destello se representa la figura ... de ese ministro/a. Todo un incordio que desata una ira interior sin precedentes.
Hay semanas que con cada ¡click! el enfado se multiplica y siempre coincide con los incrementos en el precio del kilovatio. Ha habido semanas en las que hemos pagado la energía como si fuera oro molido, y no lo es. La energía, un bien prioritario, se cobra como artículo de lujo.
En León, desde León, la sensación se multiplica porque esta tierra tiene la certeza de haber dado a las eléctricas lo mejor de sí, de sus riquezas naturales y una parte de su futuro.
La tierra leonesa ha anegado sus paisajes para generar enormes pantanos que pudieran dar a las eléctricas la energía que ahora venden como si se tratara de un bien único, limitado y carísimo.
Recuerdo los paisajes de Riaño, por ejemplo, y la lucha en los tejados por parte de los vecinos para evitar que las aguas devoraran sus tierras y la mayor parte de sus recuerdos.
Riaño, solo es un ejemplo. A unos metros de Barrios de Luna los pueblos de la comarca murieron ahogados. De tarde en tarde, cuando las compuertas se abren de par en par, la iglesia y los recuerdos afloran.
Pero en León, en esta tierra, los disparates se han multiplicado. Hace más de 25 años que un enorme muro de hormigón armado de casi 40 metros de altura saluda cada mañana en su despertar a los 28 vecinos de la localidad de Villagatón, en plena Cepeda y a 88 kilómetros de la capital.
Las obras de este pantano, que comenzaron en el año 1990, fueron terminadas en diciembre de 1995, pero la presa que ensucia el río Porquera nunca llegó a inundarse.
Su muro con un espesor cambiante que oscila entre los tres y los más de cinco metros se levanta sobre un valle que desde entonces se pregunta para qué se creó este monumento al cemento. Doble ¡click! en el interruptor de la luz.
No es el único 'regalo' que los leoneses han hecho por el 'bien común', casi siempre con el suministro eléctrico como trasfondo en ocasiones envuelto en papel de celofán con forma de regadíos.
Después de dejar la provincia sumida bajo el agua, esta tierra rica en el sector primario, ha decidido regalar su suelo para el 'mordisco' de las fotovoltaicas. Otra vez las eléctricas pidiendo.
¡Click! para encender.
Sí, las eléctricas le han arrebatado a la provincia seis mil hectáreas de suelo para instalar sobre ella una fina lluvia de placas fotovoltaicas que comprometen el paisaje, arruinan su riqueza natural y sí, dan energía.
No se queda ahí la generosa voluntad de ceder la tierra de todos a unas empresas que devuelven el gesto en forma de factura. Por la provincia, como caídos del cielo, se desparraman 19 parques eólicos con más de 300 aerogeneradores. Su efecto visual sí que es ruinoso.
Son ejemplos de lo que el pueblo da y las eléctricas devuelven. En Compostilla o en La Robla esas mismas empresas están hoy tirando abajo las térmicas de carbón, las mismas que se alimentaban del mineral sacado a pico y pala de las entrañas de la tierra. En el fin de la épica energética los proyectos de recuperación para las zonas son «mierda», según ha asegurado la federación de empresarios.
Se quiera, o no, el sentimiento extendido en los leoneses es que a estas eléctricas se les ha dado todo para recibir una patada en el vientre bajo. Eso sí, una patada general y bien orientada.
¡Click! para apagar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.