Claro que me atrevo
Al pie de un café ·
«La página vacía se convertía en espacio de libertad. Ni una consigna, ni una orden. Y eso no tiene precio»Secciones
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Al pie de un café ·
«La página vacía se convertía en espacio de libertad. Ni una consigna, ni una orden. Y eso no tiene precio»Corría doliendo el verano de 2008. Deambulaba perdido, arrastrando mi inadaptación por un mundo que quería entender porque no comprendía, que tampoco me entendía a mí. Tal vez buscando en el azar un poco de luz al doblar alguna esquina. Tal vez esperando, sin más, ... que el tiempo ejerciera de linimento. Buscando siquiera un poco de aprecio, un sitio, un lugar en el mundo. Un puñetazo en el mentón me había noqueado. No es que no lo esperase, en realidad no quedaba más remedio. Y decidimos separarnos.
Corría sorprendiendo el verano de 2008. La selección no volvía a casa tras los cuartos de la Eurocopa. Caía Italia. Teléfono. Juan, ¿lo has visto? Negué. Caía Rusia. De nuevo el teléfono, de nuevo Juan. De nuevo negué. Pues –apostilló– la final la vemos juntos. Alemania esperaba. El bestia, el chicarrón, miraba a los Iniesta y demás, poca cosa ellos, por encima del hombro. Hasta que llegó el gol de Torres. Juan, si la cosa acaba así, tengo una idea para escribir. Es buena, escríbela y busca que te lo publiquen.
Y se escribió. Y busqué. Y, por intermediaria, llegó a él. Publicó el artículo. Sin conocerle, le llamé para darle las gracias. Me propuso un café. ¿Te atreverías a hacer un artículo de cada partido del Pucela? Ahí (re)comenzó todo. Eloy de la Pisa, sin tener por qué saberlo, fue la luz y el linimento. Al ofrecer la mano, me rescató, concedió una segunda o tercera oportunidad a quien, sin ser mal tipo, corría el riesgo de despeñarse, quizá de precipitar a más gente en su caída. Escribir en El Norte de Castilla. El espacio es tuyo, firmas tú. La página vacía se convertía en espacio de libertad. Ni una consigna, ni una orden. Y eso no tiene precio.
Ahora pone punto final a su vida laboral. Si ustedes me leen, es por su culpa. Y Yo, feliz por ello. No le echaré de menos, porque no le permitiré que se aleje mucho. Gracias, jefe.
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