Ciudadanos: dolor o gloria

Apuesto a que, como buen médico, Igea está todavía en la fase de diagnóstico de la enfermedad, pero todos deben ser conscientes de la extrema gravedad del paciente. Del tratamiento que reciba en estas cruciales semanas dependerá su recuperación o fallecimiento. Es la última oportunidad para Ciudadanos. Y deberían dar gracias por tenerla. ¿Se imaginan qué habría pasado si una empresa perdiera de la noche a la mañana el 80% de sus clientes? Eso es lo que le ocurrió al partido naranja en la noche electoral del 10-N y, sin embargo, después de la hecatombe hemos escuchado más excusas que autocrítica.

La respuesta al tremendo castigo en las urnas no puede pasar solo por un mero cambio de caras y tres o cuatro medidas cosméticas. Más allá de las casuales o causales intervenciones de quienes legítimamente quieren dirigir el partido (ya veremos si hacia el dolor o hacia la gloria, que diría Almodóvar), el 10-N Ciudadanos congregó el voto de 1.637.540 españoles (por cierto, casi 800.000 más que ERC) y merecen un respeto, cuando menos intelectual, a su incondicional apoyo. Igea ha reconocido en algunas entrevistas que es poco dado al marketing político y quizá haga bien en no concederle más importancia de la que tiene, pero ni él ni Arrimadas deberían obviar que cualquier marca de éxito pasa por comprender su papel sobre cinco hitos: Diferenciación, Relevancia, Credibilidad, Valor y Conexión. Todos se refieren al 'qué' por encima del 'quién'. Hay una oportunidad para alcanzar la gloria, pero si la lectura resulta errónea será inevitable el dolor.