Ciudadano Luis Fuentes
Rincón por rincón ·
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Rincón por rincón ·
Las diferencias, algo que nunca se ha entendido más allá del viejo reino leonés, pueden unir mucho más de lo que la clase política piensa«La Fundación Villalar-Castilla y León tiene como fin general fundacional el de acrecentar el sentimiento de pertenencia de los castellanos y leoneses a una Comunidad Autónoma con identidad propia […]».
El artículo 5 de la Fundación Villalar evidencia los fines que la misma asumió « ... por duración indefinida» en su constitución en 2003. Un compromiso con castellanos y leoneses trasladado a un fin único: crear un sentimiento de comunidad. Han tenido que pasar 16 años para constatar el fracaso de tan ambiciosa empresa. No es fácil crear empatía donde no existe, ni siquiera cuando se invierten 25 millones en plantar y cuidar la semilla del afecto.
Marchitas las hojas de la planta que se intentaba hacer germinar de forma artificial, el presidente de las Cortes de Castilla y León, el 'ciudadano' Luis Fuentes, ha decidido aplicar lógica a la institución: cerrar aquello que no sirve, como se cierran los negocios fracasados.
El fiasco de la Fundación Villalar fue evidente desde el primer día. Es cierto que la clase política argumentó su vigencia en el singular consenso político que sirvió para poner en marcha su ruinoso recorrido. Y tan cierto es aquel consenso en las propias Cortes como evidente la falta del mismo más allá de la propia institución.
No interesaba entonces tener sensibilidad con otra evidencia paralela: en León, Zamora y Salamanca, los mismos partidos que en las Cortes daban el visto bueno a la fundación la rechazaban desde las instituciones locales. Por ejemplo, Ayuntamiento y Diputación de León se opusieron, de forma expresa, a que la Fundación Villalar les representara. Y aquellas votaciones también fueron por abrumadora mayoría.
Luis Fuentes ha aplicado, para desconcierto de muchos, una máxima poco común en la política: el realismo. Si Villalar era un fiasco, y a tenor de las palabras del presidente de las Cortes parece evidente que lo era, no resulta inapropiado reordenar esta y otras fundaciones y estructurar las mismas en base a ese 'realismo social' ante el que siempre se ha querido cerrar los ojos.
En pleno siglo XXI y en el seno de una sociedad madura no es necesario unir nada con pegamento para intentar conseguir una fotografía. Y de hacerlo, el artificial resultado final terminará fracasando.
Hoy, con cierta lógica social, parece claro que resulta mucho más productivo enseñar que, desde la diferencia, se puede caminar juntos con normalidad. Las diferencias, algo que nunca se ha entendido más allá del viejo reino leonés, pueden unir mucho más de lo que la clase política piensa.
Luis Fuentes, cuya destreza podrá ser cuestionada en no pocos frentes, ha salvado con serenidad una anormalidad política e institucional. Y no hay ningún drama en ello. Sus palabras y el fin de las mismas deben asumirse con la misma serenidad que hoy toca entender que esta es una indisoluble comunidad.
Y quizá por ahí se debería trabajar, quizá no sería tan malo que los leoneses entendieran la vigencia de los castellanos y que estos comprendieran la realidad de los leoneses. No pasa nada por saber que los leoneses son leoneses y los castellanos son castellanos. La diversidad nunca fue un problema y jamás lo será.
Desde el equilibrio territorial, económico y social es mucho más fácil hacer comunidad y crecer como comunidad porque, duela más o duela menos, la realidad hoy es la que es: leoneses y castellanos, castellanos y leoneses, estamos en el mismo barco.
Desde la diversidad, desde la riqueza de la diferencia y desde el realismo, hacer comunidad no es imposible..., salvo que por el medio se crucen fundaciones como la de Villalar.
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