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Homenaje a José Luis Lera el pasado 11 de mayo en el Círculo. Carlos Espeso
El Círculo de Recreo
Óxidos y Vallisoletanías

El Círculo de Recreo

«La Cultura no deja de ser algo elitista y fue pueril pensar lo contrario. (...) por 'elite' no me refiero exclusivamente a gente rica»

José F. Peláez

Valladolid

Viernes, 21 de junio 2024, 06:53

No creo que en estos momentos haya nadie en Valladolid capaz de hacer algo parecido a lo que hace el Círculo de Recreo en materia de difusión y promoción de la Cultura. Lo hacen, además, sin despeinarse, sin darse demasiada importancia, con esa aparente sensación de naturalidad con la que surgen todas las cosas que merecen la pena. Curro Romero lo hace toreando, Tom Jones lo hace cantando y el Círculo de Recreo lo hace con la programación cultural. Son capaces de hacernos creer que lo que hacen es sencillo, pero créanme, no lo es. Uno repasa las galerías de fotos y la memoria de las actividades que han organizado o acogido durante este curso y solo puede sorprenderse y admirarlos. Porque no está al alcance de muchos y, desde luego, no es en absoluto fácil. Hay muchas ciudades que no son capaces de ofrecer en todo el año la mitad de lo que alberga solamente el Círculo de Recreo en Valladolid, a veces en solitario y a veces de la mano de otros, especialmente del Aula de Cultura de El Norte de Castilla. En cualquier caso, hacen falta muchas ganas, mucha generosidad, algunos contactos y una iniciativa formidable para lograr que su casa –porque es suya– acoja directa o indirectamente no solo a lo más importante del mundo cultural de Valladolid sino diría que de todo el país. Porque por allí ha pasado lo más granado de la escena nacional, especialmente –aunque no exclusivamente–, en el ámbito literario. Y, todo ello desde la generosidad, con las puertas abiertas a la ciudad y sin pedir nada a cambio. No se lo piden a los espectadores, al menos que yo sepa. Y eso está muy bien, deja claro el compromiso de los socios con la divulgación cultural y con la comunidad de la que forma parte. Pero tampoco se lo piden a los creadores, que es algo que empieza a ser más importante. En estos tiempos de polarización estamos acostumbrándonos con una facilidad pasmosa a que se nos estabule según familias ideológicas, ya saben, si te gustan los toros eres un facha, si eres gay eres de izquierdas, si tienes dinero eres conservador y todas esas tonterías. Aceptar eso es una catástrofe. No podemos asumir sin más que se nos clasifique en bandos, que se nos segregue en función de lo que algún iluminado cree que pensamos ni la existencia más o menos performativa de un apartheid de hecho que reparta espacios, eventos y carnés de buenos y malos. Peor aún es esa aberración de entender que hay una Cultura de izquierdas y una de derechas. Muy al contrario, lo que hay es una Cultura buena y una mala. Dentro de la buena hay creadores de izquierdas y de derechas. Y dentro de la mala, también. Hay a quien le interesa que nos enfrentemos, es un hecho. Viven de ello y contra eso no queda otra que sacar el dedo corazón y hacer lo posible por mezclarnos, escucharnos y tomarnos unas cuantas cañas con gente que ve algunas cosas de modo diferente. Y además, hay que hacerlo como siempre se ha hecho: a la salida del cine, del teatro, del concierto. Antes de la exposición, de la conferencia o de la corrida.

Todo eso lo provoca el Círculo de modo formidable. Lo hace en un lugar abierto a todos y sin sexadores ideológicos ni de ningún otro tipo, con una propuesta plural tanto interna como externamente. Y lo más importante: lo hacen desde la sociedad civil, desde lo privado, sin esperar a que venga una institución pública a decirnos lo que tenemos que ver, escuchar o leer. Si bien, no todo es idílico. Del mismo modo que lo que hacen es digno de elogio, no deja de provocar cierta melancolía observar que, en ocasiones, la ciudad no responde como debería. Se nos llena la boca pidiendo Cultura, espacios y actividades, pero la realidad es la que es. La Cultura no deja de ser algo elitista y fue pueril pensar lo contrario. Antes de que me lapiden, debo aclarar que por 'elite' no me refiero exclusivamente a gente rica, a clase alta ni a poderosos de derechas o de izquierdas sino a la elite intelectual, que es algo que se encuentra repartido a través de todas las clases sociales y económicas. Hay gente culta con mucho dinero y hay ricos semi analfabetos. Del mismo modo hay gente humilde sin ningún tipo de interés por la Cultura y otros verdaderamente aficionados. Últimamente tanto la extrema derecha como la extrema izquierda denuestan el concepto de elite pero la verdad es que estamos como estamos por una ausencia de elites, por la vulgarización masiva del discurso y por la victoria del pensamiento mediocre fanatizado. Si esto pasa, es, evidentemente, porque la Cultura se ha convertido en una rareza y porque nadie quiere hacer el esfuerzo de dudar y de aprender. Hablo de esfuerzo porque interiorizar el aprendizaje requiere, efectivamente, un esfuerzo. La Cultura sólo es Cultura si ese aprendizaje es interiorizado. Y eso no es divertido 'per se'. Puede serlo o no. Lo importante es despertar una pregunta, una duda, donde antes había una certeza. Tiene que haber una búsqueda, una acción basada en el reconocimiento de una carencia. Y me temo que veo a los necios con demasiadas certezas como para levantarse del sofá a buscar algo. Aunque es posible también que muchos otros simplemente no se enteren de las actividades. He ahí un claro área de mejora.

En cualquier caso, algo similar hace Laika desde hace mucho tiempo en el ámbito musical y en una escena más 'underground'. De modo excelente, por cierto. Pero eso merece otra columna. Ambos se nutren inteligentemente no solo de su capacidad de programar sino también de la cercanía a Madrid y del AVE. Logran así atraer a gente que quizá no iría tan fácilmente a Vigo, a Gerona o a Badajoz. Y yo quería agradecérselo. Es muy importante que, cuando alguien apuesta, la ciudad responda. Y, en el caso del Círculo, es fácil hacerlo: es siempre una maravilla visitar un lugar tan especial, una joya del Valladolid burgués que rebosa personalidad, carácter e historia. Aunque, ahora que lo pienso, el otro día se lo enseñaba a unos amigos vallisoletanos y, para mi sorpresa, me dijeron que no lo conocían. Nunca habían entrado. Parece increíble, pero quizá aun ni siquiera somos conscientes de lo que tenemos. Por mi parte, desde luego, que no quede.

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