Remdesivir. Reuters

La cicuta del poder

«Parece cierto que la vacuna sigue lejos de ser una realidad en meses, mientras que los tratamientos empiezan a ya a funcionar con ciertas garantías. Tan cierto como que los niños volverán en septiembre a los colegios en 'burbujas'»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 4 de julio 2020, 09:11

Parece ser que no es el vitíligo, sino la covid-19 la que se ha llevado por delante al primer ministro francés. Y con él, todo su gobierno. La covid y los malos resultados del partido del presidente Macron en las municipales. Así son las ... cosas. Los franceses han pesando que algo, o mucho, se ha hecho mal en la gestión de la pandemia. Y han decidido retirar su confianza.

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No en todos los lugares se cuecen las habas de la misma manera. En España, por ejemplo, quienes gobiernan en Galicia y en el País Vasco se disponen a renovar su mayoría. Si algo se hizo bien, el mérito es de los gobiernos autonómicos. Si algo se hizo mal, la culpa es del gobierno central. En cualquier caso, los españoles siempre hemos sido más condescendientes con nuestros gobernantes que los franceses. A Godoy, como a Franco, le condecoramos como príncipe de la Paz.

Sólo esta fidelidad explica que en el Gobierno de España, con toda su aparente debilidad, todavía no haya hecho mella un desastre de gestión como el de la covid. Sólo faltaba que la OMS, que fracasó de un modo absoluto a la hora de valorar la pandemia, felicitara públicamente a España e Italia por su trabajo. Habrá que esperar a saber algo más.

En medio un marasmo así, parece cosa de risa la relación del vicepresidente primero del Gobierno con las cloacas del Estado. Víctima o victimario, perjudicado o perjudicador, es cuando menos chocante que aquel a quien se le ha entregado la llave de los servicios secretos del Estado no sepa todavía explicar qué había en el teléfono móvil de su asesora, Dina Boussellham, para que se lo tuviera que requisar. Imagino que Donald Trump le habrá llamado para solidarizarse. A él le pasó lo mismo con el pérfido y venenoso Bolton. No te puedes fiar de nadie.

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«Daños, engaños y desengaños, fruto son de los años». Y por mucho que se quiera controlar a la CIA, o al CNI, al final el olor de las cloacas es indisimulable. Miremos, si no, lo que ahora nos dicen los análisis de las aguas fecales de Barcelona: que por allí anduvo la covid de incógnito nada menos que en marzo de 2019. Espero que la OMS tenga ya todos los datos. Y que nos felicite también por el sorprendente hallazgo.

«En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario», escribió George Orwell en 'Rebelión en la granja'. Ciertamente ahora no nos resulta fácil discernir si el Aplidin de la gallega Pharma Mar es verdaderamente «2.800 veces más eficaz» que el Remdesivir del acaparador Donald Trump. Tampoco en esto se aclara el oráculo de Fernando Simón. En todo caso parece cierto que la vacuna sigue lejos de ser una realidad en meses, mientras que los tratamientos empiezan a ya a funcionar con ciertas garantías. Tan cierto como que los niños volverán en septiembre a los colegios en 'burbujas', porque nuestra ministra de Educación sí asegura que el virus no se transmite de forma tan rápida como pensábamos entre los menores.

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No fue el vitíligo, ni la covid ni una indigestión los que se llevaron por delante a Sócrates. Fue la cicuta. La cicuta del poder, a la que siempre le molestan los que preguntan demasiado. Sólo sabemos que no sabemos nada.

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