Hace solo unos meses no nos llegaba la camisa al cuello pensando en las jeremiadas de la niña Greta, y en esos cataclismos terribles que iban a asolar el planeta con el dichoso cambio climático. Ahora que hace un frío que pela y estamos intentando ... cerrar la caja de Pandora con la llave de las vacunas, esto del efecto invernadero nos suena más a las tomateras de Almería.
Publicidad
Y es que del augurado apocalipsis ecologista hemos pasado a sufrir esta pandemia gótica que no les figuraba en la agenda 2030. El virus ha interrumpido de golpe este catastrofismo de diseño que a modo de pin multicolor prende en la solapa de nuestros próceres más progres y ha puesto en cuarentena ese papel mojado auspiciado por los burócratas que sestean en la ONU.
La agenda en cuestión, viene plagada de frases bonitas y buenas intenciones: erradicar la pobreza, asegurar la salud y evitar la contaminación con perspectiva de género. Paz, amor y prosperidad.
Por lo pronto la prosperidad se la ha traído a unos cuantos camaradas colocados en ministerios o adheridos a la ubre del erario público en oenegés y chiringuitos varios de corte transversal dedicados a la cosa eco-trans-feminista.
Sin ir más lejos, aquí hay que comulgar con las ruedas de molino del plan de in-movilidad, convivir con atascos diarios o renunciar al soterramiento de las vías porque si se cuestiona este Valladolid tan 'friendly' le ponen a uno como chupa de dómine.
Publicidad
Noticia Relacionada
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.