Se atisba un panorama económico muy negro y el Gobierno va a necesitar algo más que la brigada mediática para salir de esta. Pongamos los eufemismos que queramos pero la receta de más impuestos y más recortes parece inevitable. Y ya se oye el runrún ... del tijeretazo al sueldo de los funcionarios.
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No sé si será por envidias, recelos u otros agravios lo cierto es que el funcionario nunca ha tenido buena prensa. Desde el siglo XIX arrastra una injusta leyenda negra alimentada por clásicos como Larra, Galdós o Valle Inclán, que le atribuye, amén de una indolencia de sainete, la posesión poco menos que de una canonjía.
La burocracia de manguito y visera, los cesantes de Cánovas y Sagasta y el cliché del 'vuelva usted mañana' crearon una imagen tópica del funcionario que aún está bastante arraigada.
Caricaturas aparte, la cuestión es que al resignado empleado público le tocará, como siempre, cargar con el mochuelo y pagar los platos de la maldita pandemia y su nefasta gestión.
Si quieren reducir el gasto público aquí y acullá podrían suprimir burocracias duplicadas e inservibles, amortizar de una vez por todas a tanto alto cargo y a tanto personal nombrado a dedo, eliminar la costosa propaganda institucional en cualquiera de sus disfraces y cerrar chiringuitos varios que solo sirven para repartir prebendas y enchufar a los amiguetes.
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Y precisamente de cargos y bicocas está llenito este nutrido Gobierno que, dizque, venía a regenerar la vida pública. Ay.
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