En este país se puede robar, pero no se puede ser un chulo. El colmo de la soberbia es pensar que te puedes quedar con Pedro Sánchez. Hay hombres que juran que le han levantado el velo a la muerte, pero a Sánchez, no. Iglesias ... pretendió que estaba hackeando al PSOE cuando palpó el riñón de Su Pedridad durante el abrazo del pacto del abrazo. Pablo I de Galapagar dibujaba una sonrisa malévola casi enseñada entre los dientes, porque en su cabeza le iba a doblar el brazo al PSOE y efectivamente, se lo dobló por la parte del codo justo lo necesario para el corte de mangas que ya asoma por Moncloa junto a los pinos mancos por la nevada, el atardecer y el eco de caracola del mar de la M30. Ah, Iglesias, qué cuco es, pero más cuco es Sánchez.
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Al próximo que me diga eso de que Moncloa no mide a tan largo plazo, le abro la cabeza. La Moncloa siempre tiene un segundo plan, un tercero y hasta un cuarto, como este que ha consistido en dejar que Podemos llegue a los confines de su sistema cósmico de pensamiento, galaxias moradas donde Pablo es el Sol que sale por el oeste de Galapagar, España no es una democracia y el certificado de elección del género lo dan con los menús infantiles de las pizzerías; recogida y a domicilio. Digo que Sánchez lanzó a Iglesias como un astronauta a los planetas del cuestionamiento de todos los principios del régimen del 78, y a las órbitas de cosmogonías rusas, lavrovas y novichokas en las que Puigdemont tiene aura de exiliado, Bildu es un partido de Estado y de paz y se pueden nacionalizar las farmacéuticas.
Así se le fue poniendo cara de agente del Kremlin y de cualquier cosa en general hasta que de pronto, Echenique, que era listo, cayó en la trampa definitiva y un día animó a los chavales a hacer el amor a los escaparates en nombre del rap. Para cuando le dio a enviar el tuit de la arenga a los compas antifascistas, Madrid y Barcelona ardían como teas y la nueva izquierda hizo 'crack'.
Marlasca, que es el gato de Alicia en el País de las Maravillas en seriote, no apareció, pero apareció el PNV con todo su universo de orden. Pactó un vocal del CGPJ con el PP y Josu Erkoreka se reunió con Maria del Carmen Calvo, vicepresidenta de orden. Cómo serán los dislates en los que anda España para que el PNV me recuerde a un sofá o a ese momento en el que se te pasa la resaca, o a la zona de perfumería de los grandes almacenes de El Corte Inglés. Sabin Etxea se enfadó bastante cuando Sánchez pactó con Bildu la reforma laboral, pero en lugar de lanzar tuits, esperó.
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La política del PNV funciona porque puede esperar y porque conoce el tiempo de los bosques y la física eterna de las rocas milenarias que representan las calvas de sus dirigentes. Así aguardó el momento de desmontarle el chiringuito a Iglesias, siempre subido en el trapecio mesiánico de la nueva izquierda y los misterios de sus relatos davínicos y quincemayistas que funcionan hasta que la gente dejan de funcionar, como todo. Es en ese momento en el que aparece Ortuzar, que es un enorme canario en la mina y que nunca se equivoca, a reírse del show descabellado de la coalición de izquierdas. Alejandro Dumas escribió 'Cherchez la femme' -buscad a la mujer-, pero a quien hay que buscar es a Andoni Ortuzar.
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