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He llegado a pensar que estaba soñando y que me he despertado en medio de una de esas tramas imposibles que resultan de agitar en la coctelera del cerebro una parte de lo real con tres de lo irracional de las que solo proveen los ... sueños, los cuadros de Dalí y alguna película de David Lynch.
Pero cuando me he despejado un poco he confirmado –en qué hora– que lo que había interrumpido a las 6:38 –en esa hora– mi sueño ha sido un energúmeno cantando a voz en cuello el 'Cara al sol'. Como ya no me daba para volverme a dormir, me ha dado por pensar. No mucho, lo justo para que al menos uno de los dos habitantes de Valladolid acreditadamente despiertos a esa hora del último sábado de agosto lo hiciera.
Un himno que encargó el fundador de Falange a la 'escuadra de poetas', en la que militaban entre otros Agustín de Foxá, Dionisio Ridruejo y Rafael Sánchez Mazas y que en diciembre del año que viene cumplirá noventa años.
Una canción que llama a todo menos a la fiesta, ni a la de la Virgen de San Lorenzo ni a otra, escogida tras descartar el más habitual en celebraciones de las de no pasar sed 'Asturias, patria querida' por más que su elección moleste a los del Principado, o aquel estándar local de la tuna en la que alguien en mallas le pide a la vallisoletana que salga a su balcón.
¿Nostalgia? Imposible. A quien entretenía su paseo –ojalá que a casa– haciendo guardia sobre los luceros con la tonada que presentó en público el tenor Miguel Fletas en febrero de 1936 no le da la edad ni para haberla cantado por obligación en el colegio. Pura, recalcitrante y –por algún 'input' de la actualidad–, insistente ignorancia.
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