Secciones
Servicios
Destacamos
No es mío el título de este artículo: lo he tomado prestado de otros medios europeos calificando lo ocurrido la semana pasada en Ceuta. España no suele contar con especial respaldo en la prensa internacional, en buena medida seguramente por la escasa e ineficaz atención ... que se le presta en la actividad exterior. Pero en esta ocasión está siendo diferente. Un contundente editorial de 'Le Monde' ha marcado la pauta de la opinión que ha creado la impulsiva y visceral actuación de Marruecos, poniendo vidas en riesgo, jugando con la ingenuidad y fragilidad de niños y exponiéndose a un conflicto de mayores dimensiones con un vecino con el que entenderse ofrece todas las ventajas y enfrentarse implica muchos males.
Marruecos es dentro del Tercer Mundo un país que descuella por muchos motivos. Tiene una buena Administración, cuenta con estabilidad política y, a pesar de la falta de libertad a la que son sometidos sus intelectuales, con un alto nivel cultural. Su imagen empeora con su proclividad a crearse conflictos y falta de voluntad para abordarlos y resolverlos. Es revelador que, con Argelia, con quien comparte tantas identidades culturales, étnicas y religiosas lleva décadas sin relaciones mientras con España se pase la vida con altibajos que oscilan entre la efusión casi familiar de afectos y la proclividad a mantener reyertas territoriales que sólo deberían ser abordadas en una mesa de negociación.
El conflicto creado por la anexión del Sáhara Occidental lo ha colocado en una posición muy delicada y le genera una imagen intransigente que medio siglo después, no ha logrado, ni quizás intentado, enmendar. Los saharauis cuentan con la simpatía de otros países y pueblos oprimidos. Nunca hay que olvidar que la teórica república que doscientos mil refugiados mantienen en los campamentos del Frente Polisario en la frontera cuenta con el reconocimiento oficial de varias decenas de naciones. La prepotencia marroquí y el desprecio hacia la opinión de propios y ajenos estimula las simpatías hacia el débil que se inmola en la defensa de su identidad.
El polémico reconocimiento de la soberanía marroquí del Sáhara hecho por Trump exacerbó la obstinación de Rabat y le proporcionó argumentos para alimentar la susceptibilidad con que reacciona ante cada opinión contraria que pueda surgir. Fue lo que ocurrió ante el hecho, mal explicado, de que un saharaui enfermo grave acudiese a la medicina española para curarse. Esta actitud humanitaria española provocó la furia marroquí hasta arriesgar vidas en una acción tan suicida como enviar a centenares de niños como escudos de un desafío de corte bélico.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.