Ñito Salas
Dura lex, sed lex

Rembrandt en las urnas

Aunque, interesada y egoistamente, Sánchez siga actuando bajo aquel viejo, caduco y machista consentimiento marital respeto de los quehaceres de Begoña (...), lo cierto es que Europa es una garantía de democracia y de los derechos de los ciudadanos frente a los abusos

Domingo, 9 de junio 2024, 07:58

Aunque el martilleo del teclado sucedió hace ya 48 horas, cuando estas líneas vean la luz los colegios electorales abrirán sus puertas en dominical jornada de elecciones. Se trata de elegir a quienes nos representen en el Parlamento Europeo. Dada la naturaleza de estas votaciones, ... en todos los colegios aparecen (o deben aparecer) papeletas de todos los partidos o agrupaciones que opten a obtener escaño en Estrasburgo. Una singularidad que, sin apartarse de cierta lógica territorial, permite ejercer el voto con una amplia gama cromática. Incluso, en según qué casos, esperpéntica. Nada extraño, pues nuestra sociedad lleva un tiempo abonada al psicoanalista.

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La clave de la campaña no ha estado sujeta a cuestiones de naturaleza europea, desde la perspectiva nacional, sino a cuestiones domésticas que, como el famoso cuadro de Rembrandt, suponen el Rapto de Europa. Un secuestro a la ciudadanía del fértil terreno de debate que debería suscitarse sobre aspectos de la vida cotidiana, social y personal, que, cada vez con más precisión y evidencia, se deciden desde eso que llamamos Europa, aunque se trate en realidad del conglomerado institucional de 27 de los países del viejo continente.

De los 720 escaños en juego del Parlamento Europeo, 61 le corresponden a España, pero hemos de fijarnos más en la capacidad institucional, y de su influencia normativa (con supremacía respecto de la nacional) de la Unión Europea, que en porcentajes u otras vertientes marginales. Precisamente en Estrasburgo, por la distancia con la parroquia hooliganesca, los partidos son capaces de establecer estrategias comunes, de amplio espectro y consenso, lejos de los comportamientos de infantilidad y ceguera sectaria que en sede española muestran.

Aunque, interesada y egoístamente, Sánchez siga actuando bajo aquel viejo, caduco y machista consentimiento marital respeto de los quehaceres de Begoña (tan nutritivos para su arcas, quizá gananciales), enarbolando un victimismo vicario, en el que él parece el necesitado de empoderamiento (y quizá sienta ese invisible techo de cristal que le impide ser nuestro Monarca plenipotenciario y vitalicio), lo cierto es que Europa es una garantía de democracia y de los derechos de los ciudadanos frente a los abusos.

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Es más, Europa es ahora la piedra angular de la defensa de la división de poderes y de la igualdad de los ciudadanos. De ahí, verbigracia, el contraste entre el mayordomo García Ortiz y la Fiscalía Europea.

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