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Todo vacío ofrece una oportunidad. La de ser colmado su espacio. El aire, y no digamos el gas, son dos de los elementos con un mayor número de antecedentes en su hoja histórico-penal vinculados con esta tipología. En lo más íntimo, se suele decir ... que una persona ocupa el espacio que había dejado otra. Lo que en lenguaje, y compás, flamenco se hace imagen con la expresión de que un clavo saca a otro clavo. Otra cosa es la pericia del martillo, no siempre ajeno a la ebriedad propia de los desajustes amorosos.
Los periódicos, este mismo sin ir más lejos, dan contenido a sus portadas en los últimos días por la versión más socorrida de la okupación, la de viviendas y edificios vacíos, en estado de semi abandono o abandono total. Y, como siempre hay un roto para un descosido, nunca falta un okupa para navegar la dulce travesía de vivir sin pagar renta ni merced, que dice el Código Civil, ni estar pendiente de abonar el IBI, ni la tasa de basuras. Y, lo que no es baladí, sin tener que tragarse el coñazo sublime de las juntas de propietarios. Un okupa cree tanto en la Ley de División Horizontal como Pedro Sánchez en la legalidad democrática.
En territorio Pucela la okupación mantiene la vertiente saldo y finiquito de la calle Olmedo, cuyo edificio ha sido chapado (no sé si a la antigua), y la versión 'Aquí sí hay quién viva' de la calle Asunción, con unos irredentos colonizadores que se niegan a soltar al rehén por más que se les ofrece.
Quizá el Ayuntamiento aún no haya caído en la cuenta del método que, a partir de ahora, debe ser aplicado, por trámite de urgencia, y que deberá tener una partida presupuestaria denominada 'Guzmán' (no El Bueno, sino el progre, que atiende por el nombre de Daniel). Requiere el trámite un negocio jurídico: la donación. El inmueble okupado (paso 1) se le dona al actor (ahora queda claro que interpretaba su más glorioso papel cuando asumía el discurso de la podemia) y éste, con cuatro amigos (paso 2), se encarga, sabedor de su titularidad del pleno dominio, de poner de patitas en la calle a los invasores.
Bajo el denominado método Guzmán no solo se logra una acción de desocupación expres, rápida, fulminante, sino que, por el mismo precio, se consigue el efecto laxante de que la izquierda idiotizada y la extrema izquierda (extremadamente idiotizada) no dicen ni pío, ya que ha sido uno de los suyos el autor del (agresivo y criminal) vaciamiento humano.
Señores del Consistorio, déjense de Servicios Sociales. Llamen a Guzmán. Y si acude con una camiseta del Che ya lo borda. Él sabe lo que es la verdadera revolución.
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