Unas mínimas llamas, jadeantes en sus estertores, coinciden con las últimas briznas de luz natural (la única que existe) en Quinta de Tierz. Aunque reconozco el carácter hipnótico del fuego en su momento de esplendor, tan fulgurante y potente, el crepúsculo íntimo y tímido de ... las brasas en la chimenea convierte esos instantes en un cursillo acelerado de mindfulness, o como narices se escriba. Vamos, que quiero decir que permite una concentración tántrica en lo que se está haciendo. Lo que me resulta bastante fácil, todo hay que decirlo, porque lo único que hago en ese momento es, precisamente, mirar, absorto, los trozos de leña incandescente, que en su lucha por no sucumbir al frío, juegan con un lenguaje de formas y tonos volcánicos en una coreografía encriptada. Como si fuera lava que ha renunciado a escapar volcán abajo.
Publicidad
Nunca espero a que los rescoldos se apaguen del todo para irme. Lo hago cuando aún, sorpresivamente, resucita alguna llama leve, que enseguida se recoge para no volver a aparecer. No sé, quizá prefiero engañarme y pensar que permanecerán con un hálito de fuego en su interior, vivas. Como cuando evitas ir a hacer una última visita a quien le queda poco tiempo de existencia. Para conservar un recuerdo de quien fue en su esplendor, no cuando la enfermedad lo ha consumido. Cobardía o estrategia emocional, no estoy seguro.
El fuego siempre se asocia con la pasión vital, una imagen de ardorosa coherencia. Siempre con el peligro de provocar un incendio; con la certeza de crear un clima acogedor en su entorno.
En días anteriores leí que habían fallecido José Carlos Pastor y Jesús Anta. Personas diferentes, quizá en algunos aspectos incluso con notorias divergencias, no lo sé, pero ambos apasionados en su quehacer. Y si en la ciencia la ausencia de prejuicios y condicionamientos no racionales es un requisito ineludible para investigar y avanzar, en política solo la ausencia de sectarismos y supremacismos ideológicos permiten el crecimiento de la sociedad. En ambos la ambición no actuó como un colosal disolvente de principios y valores, moneda tan habitual hoy, y que algunos intentan convertir de curso legal.
He leído lo que se ha escrito de ellos, y lo que el oftalmólogo expresaba cuando sabía, con la certeza de su saber médico, que apenas quedaban por consumirse las últimas brasas de su vida. Con una actitud tan digna, de sincera pero no sumisa resignación.
Publicidad
De ambos permanecerán esas leves llamas, discreta lumbre, que no buscan imponer una adhesión, sino iluminar el mejor camino para cada persona.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.