Son tiempos peligrosos para las estatuas americanas. En los últimos años, cada muerte de un afroamericano a manos de la policía provoca una ola de ataques contra ellas. Al principio, la ira de las muchedumbres iba dirigida hacia los monumentos de los militares confederados de ... la Guerra de Secesión, aquellos neolíticos de gris que lucharon por el derecho fundamental de los blancos y supremacistas de mantener a los negros esclavizados y encadenados en sus plantaciones. Hasta aquí, todo muy comprensible. ¿Quién quiere ver en la plaza mayor un monumento dedicado a la memoria de un opresor de sus antepasados? Pero ya la lista de estatuas consideradas como dianas legítimas ha ido más allá.
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Hace diez días, centenares de manifestantes aparecieron en el parque Golden Gate, en el centro de San Francisco. Primero, tiraron al suelo una estatua de fray Junípero Serra, el franciscano de Mallorca que fundó las misiones católicas de la costa Pacífica en el siglo 18. No contentos con eso, luego derrumbaron una de Francis Scott Key, el que escribió la letra de Star Spangled Banner (bandera estrellada), el himno nacional de los Estados Unidos. Al contrario del mallorquín, a quien algunos describieron como un explotador de los nativos para legitimar sus actos vandálicos, este abogado de Maryland había sido dueño de esclavos. Sin embargo, parece que no hizo falta solo haber tenido esclavos para atraer la furia del público, sino simplemente haber tenido algo que ver con la esclavitud en general, para lo bueno o lo malo. La próxima víctima fue de Ulysses Grant, el comandante del ejército unionista que luchó en contra de la esclavitud en la mismísima Guerra de Sucesión. Finalmente, redondeando esa breve orgía de destrucción cultural, escribieron la palabra 'bastard' (cabrón) sobre una estatua de Cervantes. El gran escritor nunca tuvo esclavos, pero, sí, entre otras cosas, él mismo pasó 5 años de su vida como esclavo de los turcos.
Y eso por no hablar de los innumerables asaltos por todo el país contra las estatuas de Cristóbal Colón. En España, el pueblo está orgulloso del marinero genovés y los conquistadores que siguieron sus huellas, y muchos han quedado indignados con lo que consideran una falta de respeto a la hispanidad por parte del mundo anglosajón. No deben tomarlo tan personalmente. Las protestas no van por la gloria de España si no por la historia americana, que actualmente no parece tan brillante como habían imaginado hasta ahora.
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