En estas últimas semanas ha estado a la orden del día el acuerdo sobre la liberalización del cereal ucraniano, que negociaron representantes de los gobiernos ruso, ucraniano y turco, junto a la Organización de Naciones Unidas. El resultado aparentemente fue positivo, pero la realidad es ... que se ha tornado en agua de borrajas, sino en su totalidad, al menos en buena parte; y veremos cómo evoluciona en las próximas semanas y meses.
La voluntad de alcanzar acuerdos y que se sostengan es tan necesaria como loable, pero la realidad es que dos países están en guerra y, por tanto, este tipo de compromisos acaban incumpliéndose, en función del devenir del conflicto. El hecho es que estos movimientos tienen un impacto directo en el mercado del cereal, muy sujeto a los vaivenes internacionales y a sus inestabilidades, tal y como sucede con otras 'commodities'.
La realidad es que los precios de los cereales se han encarecido en el último año entre un 35% –en el caso del maíz– y casi el 90% para el trigo duro, de acuerdo con los datos proporcionados por la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (ACCOE). Entre medias, el trigo blando, que subió en los últimos doce meses más del 60%, la cebada un 62% o la avena el 82%. Pero como comentábamos, es un mercado muy sensible a cualquier previsión de cambio, por lo que los acuerdos políticos arriba referidos han hecho que en el último mes se amortigüen las subidas de forma sustancial.
opinion_norte_0387
En todo caso, se trata de sacudidas rápidas e impredecibles que dañan mucho este mercado, lo que impide a los operadores trabajar con una mínima estabilidad y a los agricultores planificar sus cosechas y la gestión de las mismas. España es deficitaria en cereales y el grano ucraniano representa el 28% de nuestras importaciones. Esto nos ha llevado a aumentar el volumen de operaciones en los graneros franceses y estadounidenses.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.