Carlota Segovia Casiraghis
Intruso en el norte ·
«Su gramática parda es música celestial y monotonía de lluvia tras los cristales de Montecarlo»Secciones
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Intruso en el norte ·
«Su gramática parda es música celestial y monotonía de lluvia tras los cristales de Montecarlo»Yo quise ser Grimaldi, gavilán y paloma, y hasta gaviota monegasca. Yo quise ser crupier en Montecarlo y enraizar con la realeza del Principado, que es el colmo de la ociosidad bien llevada y mejor que una hipoteca. Vivir es coleccionar romances imposibles, pero habrá ... algo en Segovia que se dispondrá para el amor entre un castellano del Sur (yo) y una monegasca (la nieta de Grace Kelly). La cosa es que la niña de la princesa Carolina, la bella Carlota, se nos viene al HAY festival para ponerle amor y grandeza al HAY Festival.
Carlota no tiene mucha obra lírica, ni ensayística; pero uno que como les perdona estas faltas de musa a la musa (sic), pues que ninguna musa fue jamás caníbal, y Carlota merece un poema asonante recortada contra el cielo del Guadarrama frío. Su gramática parda es música celestial y monotonía de lluvia tras los cristales de Montecarlo. Pero Carlota es portada, y es ecologista, y es niña de buenas causas contra el calentamiento global, y yo la recuerdo retratada para la inmortalidad palatina por Testino y así la eternidad empieza en la página de un colorín.
Por el HAY Festival ha paseado Vargas Llosa en un camión de bomberos, pues que mi querida Sheila Cremaschi sabe darle fotos y aroma de mundo a un encuentro cataclismático donde el verso se hace carne y la prosa, cochinillo y vino eterno.
Y, sin embargo, este HAY Festival será especial con Carlota Casiraghi –no tiene Tinder– dejando en la mañana segoviana esa guapura de Grace Kelly que nos dice que las pobres niñas ricas siempre son las más bellas. Carlota Casiraghi en Segovia es una Guiomar machadiana para el intruso, y así el arribafirmante quisiera ser Alcázar y diablillo, y Daoíz y Velarde, y estatua de Juan Bravo para cantarle a Carlota un romance con dulzainas. Acaso uno emparenta en la cosmogonía familiar con un Trastámara, o con un Abderramán navarrico, y así ya podemos sentarnos en Cándido a pedir el favor de la princesa y pasearla al anochecer por el Versalles mejor de La Granja.
Uno sabe que la familia real de los casinos tiene una querencia rara hacia el circo, y por eso yo sería payaso español, bandolero apócrifo, plato roto en el Azoguejo, adoquín de la calle de los bares y hasta Fuencisla santa. A Carlota de Mónaco aprendimos a amarla cuando el cuché era cuché, la vimos estudiar y hacerse de niña a mujer mientras nosotros nos hacíamos de niños a prosistas, como reafirmándonos en la canción de Julio Iglesias.
Viene Carlota a Segovia y yo recuerdo al gran Tomás Hoyas con su 'Arenales, amor', que figura en la antología de los mejores poemas de amor –y una canción desesperada– que conserva la hemeroteca de este periódico.
* twitter.com/jesusNjurado
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