Koldo García, exasesor del exministro socialista José Luis Ábalos, a la salida de la Audiencia Nacional. Efe
El avisador

Soluciones de gestión

«Todo regresa, como las oscuras golondrinas. Y alguno se pregunta ya si acaso no va a lograr el dinero sucio lo que de ninguna manera parece que consiga la suciedad política: acabar con las piruetas de Sánchez para mantenerse sobre la cuerda floja»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 24 de febrero 2024, 00:23

No sé a quién se le ocurrirán los nombres. A un enciclopedista o, acaso, a un apóstol del didactismo. Un miembro inspirado, en cualquier caso, del equipo de la Fiscalía Anticorrupción. Alguien que se ocupa de que tanto los magistrados como los agentes de los ... cuerpos y fuerzas de seguridad, y hasta el público en general, aprendamos siempre algo, con cada golpe al crimen. En el caso Gürtel, por ejemplo, supimos que «gürtel» es como se dice «cinturón» en alemán, como metáfora de la busca y captura de Francisco Correa, el principal cabecilla de aquella trama endemoniada que se llevó por delante la presidencia de Mariano Rajoy. Y ahora nos hemos enterado, merced la trama Delorme, sobre la que Anticorrupción investiga el enriquecimiento extraordinario de Koldo García en los tiempos de la pandemia, de que al doctor Charles de Lorme, que asistió a nobles y reyes de diferentes países de Europa en el siglo XVII, se le considera algo así como el padre de la mascarilla. Nunca termina uno de aprender.

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Ni siquiera las llamas terribles del incendio de Valencia han conseguido desviar la atención un milímetro sobre esta operación de la Guardia Civil, en la que han resultado detenidos veinte sospechosos, entre ellos el hermano y la esposa del tal Koldo, el que fuera mano derecha de José Luis Ábalos en sus tiempos como ministro, además de secretario de organización del PSOE. Un partido que lleva tres días empleado a fondo para establecer un cortafuegos, para que esta «operación criminal», como la ha calificado la fiscalía, no llegue más allá de afectar al exministro. Desde luego, para evitar que las llamas lleguen hasta el número tres de los socialistas, el honorable negociador de la amnistía con Puigdemont Santos Cerdán, compañero de Koldo García en el PSOE navarro. Y mucho menos hasta el despacho del secretario general del PSOE y presidente del Gobierno Pedro Sánchez, que ya se ha ocupado él mismo de volver a meter la pata, relacionando este caso con el del hermano de Isabel Díaz Ayuso. Quizás aspirando a que con los 1,5 millones de comisiones de uno ocurra lo mismo que con los 234.000 euros del otro: que la fiscalía acabe archivando el caso. Que no parece. Es normal. A Sánchez lo de Koldo, Ábalos y el doctor De Lorme le cogió con el pie cambiado, cuando trataba de darnos una sorpresa contándonos su encuentro en Marruecos con el rey Mohamed VI. Esa traición al pueblo saharaui que ni siquiera le valió la autorización del rey absoluto para que se celebre en España la final del mundial compartido con el vecino del sur. El último esperpento, después de lo de Qatar, que ilustra la moral de circunstancias en la que viven tanto nuestro fútbol como nuestra política exterior. Una metedura de pata, en todo caso, aumentada por las declaraciones de la portavoz Pilar Alegría, cuando hablaba de «ciencia ficción» en lugar de corrupción. Pero sobre todo por la incuria de la recién estrenada presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo, que ni aprende a callarse ni a discernir entre su militancia política y la dignidad de los cargos que okupa.

Todo regresa, como las oscuras golondrinas. Y alguno se pregunta ya si acaso no va a lograr el dinero sucio lo que de ninguna manera parece que consiga la suciedad política: acabar con las piruetas de Sánchez para mantenerse sobre la cuerda floja. Pero que nadie se haga ilusiones: si acaso lo viera mal, o muy mal, seguro que el presidente podrá recurrir todavía a la empresa del tal Koldo: esas Soluciones de Gestión que le llevaron de facturar 0 euros en 2019 a 53 millones, dicen, en 2020, coincidiendo con el máximo período de esplendor del gran visir Ábalos, antes de que le echaran del Gobierno. Peores cosas se han visto.

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