Volverá a ocurrir delante de nuestros ojos. Ayer, hoy, mañana. El manual de resistencia individual del presidente Sánchez se convertirá en fórmula de «resistencia colectiva» (así lo ha calificado ya la guardia de corps del caudillo) en los tres días que dura el cuadragésimo primer ... Congreso del Partido Socialista en Sevilla. Y nada, ni siquiera el fango real de Valencia o el simbólico de los pies de barro de su figura de ángel caído impedirá que el ave fénix vuelva a resurgir de sus cenizas.
El presidente se ha colocado en el centro de una diana cuyos círculos concéntricos le señalan desde lo familiar, con su mujer y su hermano, hasta lo institucional, con el fiscal general del Estado o la fiscal jefe de Madrid; pasando por sus ministros (López, Torres, Grande-Marlaska) o compañeros muy cercanos de partido (Gallardo, Cerdán). Y con el remate de la corona de espinas del caso Ábalos, que por unos días ha dejado de ser caso Koldo para pasar a llamarse caso Aldama. O caso Anacleto, para escarnio del común. ¿Qué inventará Sánchez esta vez? ¿De dónde sacará la poción mágica que le permita seguir estrujando a los suyos para poder seguir estrujando a modo a los demás? ¿Qué personaje interpretará esta vez (el perseguido, el ofendido, el renacido, el refundador de la democracia…) para seguir manteniéndose en el poder? Solo él lo sabe, pero sin duda la función dará resultado. Como han dado resultado todas esas acciones nunca vistas en la historia de nuestra joven democracia, que han tenido como único objetivo el de sucederse una y otra vez a sí mismo.
Las últimas 'declaraciones' de esta semana del inefable Víctor de Aldama, no al juez, sino a la COPE, toman un tinte de sainete que iguala, si no supera, a su homónimo en el PP Francisco Correa, al que los más allegados conocían como Don Vito. Con una diferencia clara: la desafección manifiesta de Anacleto hacia el partido que le ha bautizado con este mote. El que los más cercanos a Sánchez llaman Anacleto y los investigadores de la UCO definen como «nexo corruptor» de la trama, asegura ahora que, estuviera quien estuviera implicado en el Partido Socialista, su misión consistió únicamente en trabajar como empresario, es decir, administrar mordidas y comisiones con el objetivo de obtener beneficios para todos. Empezando por él y sus entramados y terminando por el propio Estado español, como amerita esa condecoración impuesta por su «tributo a España» desde otras instancias de la Benemérita que nada tienen que ver con su Unidad Central Operativa. Ahora que han aparecido las fotos de Aldama celebrando las piezas cobradas con altos cargos del FBI y de la CIA, ¿quién puede dudar de la eficacia de Anacleto en su servicio a la patria?
El congreso que habrá de volver a respaldar a Pedro Sánchez como líder del PSOE, mal que les pese a todos esos compañeros de partido que habían deseado que el presidente no regresara a la Moncloa después de sus cinco días de espantada en el mes de abril, se celebra estos días con una presión nunca vista. Habrá que ver hasta qué punto el sacrificio previo de Lobato en los altares de los dioses del partido sirve para que la resistencia colectiva vuelva a cerrar filas alrededor de un líder que ha aprendido a vivir permanentemente acorralado, contra toda lógica, toda naturaleza política y todo pronóstico. Y habrá que ver también hasta qué punto las habilidades de Aldama consiguen, ahora que está fuera de la prisión, hacerle de verdad un servicio a España en la hora de la venganza. Yo, personalmente, a quienes se frotan las manos desde dentro y desde fuera del PSOE, les diría que no se hagan ilusiones. Por muchas armas secretas que tenga todavía Anacleto en su arsenal.
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