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Con la alegría que le caracteriza, la portavoz del Gobierno ha asegurado esta semana que no habrá votación sobre Presupuestos en el Parlamento, ya que ... presentar los números sin los votos garantizados de antemano sería «hacer perder el tiempo al Congreso». Por mucho que la Constitución se empeñe en afirmar lo contrario. Lo que sí ha considerado el Gobierno, sin embargo, digno de ser llevado a sede parlamentaria, ha sido el asunto del aumento del gasto bélico: hasta un 2%, sin que nadie acabara de saber de dónde quiere recortar lo que se va a gastar en armas este nuevo «señor de la guerra» que es Pedro Sánchez, en palabras de Ione Belarra. Preguntas sin respuesta y respuestas sin pregunta. Pérdida de tiempo para justificar algo que parece imposible explicar peor a la opinión pública.
Las antípodas, en todo caso, de lo que el premier Keir Starmer ha declarado sobre la subida, en su caso, hasta el 2,5%: el número de personas que van a tener que renunciar en el Reino Unido al estado del bienestar con tal de que su país tenga (todavía) voz armada en este nuevo y complejo orden mundial. Y lejos también de la broma del comité de emergencias de la UE, al recomendarnos a los europeos que nos procuremos un kit de emergencia de tres días, ante el posible estallido de una guerra. Como si no hubiera maneras menos esperpénticas de decirles a los ciudadanos que, en materia de defensa, las cosas ya no son lo que eran, ni lo van a ser en los próximos años. Al menos si la «contracción severa» que apunta la Reserva Federal de Atlanta para la economía de los Estados Unidos, no se lleva en los próximos meses por delante al desatado Donald Trump.
Qué manera de perder el tiempo en el Parlamento, cuando las verdaderas decisiones sobre España se toman cada día más cerca del Palacio de la Moncloa que del antiguo convento del Espíritu Santo, sobre el que se levanta el Congreso. Perder el tiempo o hacerse el loco sobre el gasto en armamento, por ejemplo, por parte de Sumar, a cambio de ver cómo se traga sus propias palabras la vicepresidenta Montero sobre la cotización de los mileuristas del SMI, a pesar del mal cuerpo que se le haya podido quedar a ella o al ministro de Economía. Perder el tiempo definitivamente cada vez que un histrión, como el portavoz de Esquerra Republicana, por ejemplo, se sube a la tribuna del Congreso para hacer chistes de bar sobre asuntos de los que dependen las vidas y las haciendas de los ciudadanos…
Puede ser que tenga razón la ministra de (mala) Educación y portavoz del Gobierno Pilar Alegría, y que hablar de cualquier cosa en el Congreso, tal como funciona el día a día de eso que llaman aritmética parlamentaria, sea sencillamente perder el tiempo. El de los diputados y el de los ciudadanos.
De hecho, eso es lo mismo que piensan exactamente tipos como Vladimir Putin o Donald Trump, que optan por modelos de 'democracia' que no sean necesariamente parlamentarios. Más que tanta palabrería, quizás lo más importante que ha ocurrido esta semana es que las lluvias de la borrasca Martinho han dejado, más allá de los daños materiales, extraordinarios beneficios económicos en el precio de la energía. Algo que veremos en el IPC de marzo, y que sin duda nos dará algo más de fuelle para comprar kits de supervivencia. O más armas, por si vienen los rusos o los americanos, o los dos a la vez, que ya no se sabe. «Si el tiempo es lo más valioso, perder el tiempo debe ser la mayor prodigalidad», dijo Benjamin Franklin, el «primer estadounidense de la historia». Lástima que alguno se lo tome demasiado al pie de la letra.
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