Oficina de (des)colocación

Aunque todos sonríen (Sánchez ha vuelto a ello desde que regresó de Israel, a pesar de las collejas europeas), es difícil saber quién está más contento de los tres. Si el presidente por haber colocado en el cogollo europeo a su vicepresidenta primera. Si la vicepresidenta primera por haberse librado de los desbarres de la vicepresidenta segunda. O si la vicepresidenta segunda por haber sacado de una vez por todas del Gobierno a la vicepresidenta primera. A sabiendas, los tres, de que el correturnos no va a servir para cubrir la baja en condiciones, porque ni Manuel de la Rocha tiene la categoría de Calviño ni David Vergara hizo otra cosa en los tiempos de Zapatero que llevar a la crisis hasta el extremo de la crisis ni José Luis Escrivá ha purgado todavía lo suficiente en Transformación Digital como para olvidar los errores (¿o eran boutades?) de su tiempo al frente de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.

No le falta trabajo, desde que ha vuelto a constituir, a la oficina de empleo de Pedro Sánchez. No solo ahora para cubrir la baja, sino desde el primer día para seguir colocando comisarios políticos allí donde le dejan. No coló con Magdalena Valerio, que consiguió marcar un nuevo hito de la judicatura española al ser anulada su designación como presidenta del Consejo de Estado, el pasado 30 de noviembre, por el Tribunal Supremo, al constatar una manifiesta insuficiencia de «reconocido prestigio» en su currículo. Aunque sí parece que ha colado a la hora de ratificar a Tezanos en su puesto de combate como maestro manipulador de la estadística. Y, sobre todo, parece que funciona a la hora de mantener en activo en la guerrilla al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, quien ya está pidiendo informes sobre los jueces del procés para poder perseguirles, según el pacto de gobierno con Junts, a la Fiscalía Superior de Cataluña, a la Audiencia Nacional y a los fiscales de sala del Supremo. Con plazo hasta el 15 de diciembre.

En la contraofensiva, por cierto, la Guardia Civil mantiene que la camarada Matagalls no es otra que Marta Rovira, en el proceso por terrorismo a los violentos de Tsunami Democràtic. Así que García Castellón no se rinde… Con estas mimbres pretende el presidente reunirse con el líder de la oposición antes de fin de año, para tratar de desbloquear el acuartelamiento del Consejo General del Poder Judicial. Cosas veredes.

Visto ya que la imagen de descrédito institucional puede seguir cayendo en picado sin que suceda nada reseñable, ahora el presidente se ha decidido no solo a perseverar, sino a contarlo. Lo último que nos termina de descolocar en esta guerra de colocaciones es el nombramiento de Miguel Ángel Oliver, el sumo pontífice del «no hay preguntas» en los tiempos de la pandemia, al frente de la Agencia Efe. Control previo caiga quien caiga. Y un nuevo mojón en la ejemplar carrera de Sánchez por la innovación gubernativa. El éxito al aplicar a los principios de la política lo que el Nobel Richard Feymann aplicó a los principios de la física: no negar nunca la posibilidad de manipular las cosas, es decir, el mundo, «átomo por átomo». Revolucionario.