El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Efe
El avisador

Memoria y redención

«Porque tal vez todo se ha quedado pequeño ante el silencio de los corderos cuando les han preguntado por esos 44 etarras que figuran en las listas de Bildu»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 13 de mayo 2023, 00:21

Ya está a la vista el 28 de mayo. Día de San Germán de París y punto de inflexión entre la campaña de las municipales y la de las generales, que comenzará en el mismo momento en que acabe el recuento. Y a estas alturas ... ya podemos decir que la única que ha hecho sus deberes es la incertidumbre. Nadie sabe explicar (las encuestas tampoco) cómo es posible que el Partido Popular no haya sido capaz de aprovechar un mínimo el inmenso territorio de posibilidades que el rival ha abonado para el cambio de ciclo desde el Gobierno. Un día tras otro. Una semana después de la anterior. Tal vez a la incertidumbre habría que empezar a llamarla hastío.

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Ni a Felipe II se lo ponían tan fácil cuando jugaba al billar. La campaña oficial se abrió con una segunda reprobación de la ministra de Justicia en las Cortes, incluida la petición del 'showman' Pablo Iglesias de que Dolores Delgado deje la vida política «de una vez». Y con una nueva propuesta de sanción para la portavoz del Ejecutivo, por hacer propaganda partidista desde sede gubernamental. También con la denuncia del «estrepitoso fracaso de la gestión» del ingreso mínimo vital por parte del Ministerio de Inclusión, según un informe de la asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales que asegura que el ochenta por ciento de las personas que viven bajo el umbral de la pobreza siguen sin acceder a la prestación. Y eso que los pobres también votan.

Todo por no hablar de la ley de la vivienda, reconvertida en nueva excusa para la glorificación de las 'okupaciones'. O de las últimas cifras de la aplicación de la ley del sí es sí: más de mil rebajas de condenas por delitos sexuales y 108 violadores que han vuelto a la calle beneficiándose de la gracia. O de las medidas frente a la sequía, que más que una invocación a la lluvia han resultado ser un canto al sol. Por si fuera poco.

Peor imposible. O sí. Porque tal vez todo se ha quedado pequeño ante el silencio de los corderos cuando les han preguntado por esos 44 etarras que figuran en las listas de Bildu. Todavía hay gente que piensa que el papel lo justifica todo, incluso tratar como héroes (ahora como servidores públicos) a asesinos convictos y confesos, arrepentidos a la fuerza por el cumplimiento de sus condenas. Ignorando que la única manera de pasar página en el País Vasco es condenar sin paliativos, y no premiar, la violencia y la vulneración de los derechos humanos. Una ignominia que ha vuelto a mostrar un PSOE partido por lo menos en dos: los que callan y otorgan, y los que hablan. Y hay que ver todo lo que han hablado estos días los socialistas con memoria (y con dignidad) sobre el asunto, incluidos algunos miembros del Gobierno. Cuando la política promete ser redención, promete demasiado, dijo alguien que ahora no recuerdo.

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Esta vez Pedro Sánchez se ha librado de tener que dar explicaciones sobre sus socios del fascio redentor porque estaba con Biden, haciendo de teléfono escacharrado con las propuestas de Xi Jinping. Lo que no es óbice para que haya vuelto a hacer gala de una capacidad intelectual impropia de su género y condición para trabajar con la memoria, es decir con el cerebro, también por lo menos a dos velocidades. La que interpreta los asesinatos cometidos por ETA en 2001 como un tiempo muy lejano, y la que trae a la concomitancia del presente los crímenes cometidos durante la guerra incivil. Haciendo, por cierto, lo mismo que hizo el general: desenterrar y volver a enterrar al molestísimo José Antonio (o lo que quedara de él) única y exclusivamente en beneficio propio. Atropellar la historia y la memoria. Y la inteligencia. ¡Lo incómodos que pueden resultar algunos muertos!

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