![Fútbol, petrodólares y datos](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/2023/09/08/aganzo-k1sE-U210111714524kUF-1200x840@El%20Norte.jpg)
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No sé si Hacienda, ya que la inspección reconoce que al menos un 25% de los ciudadanos no lo son, pero desde luego Telefónica sí somos todos. Nos pongamos como nos pongamos. Ahora, con el insano remormor de pensar hasta dónde vamos a empezar a ... ser, además de súbditos presenciales del reino de España, súbditos digitales del reino de Arabia Saudita. No era suficiente que Piqué y Rubiales les entregaran en su día la Supercopa. Tampoco que les traspasáramos a Benzema. Sin duda la mejor manera que tienen los saudíes de entrar en el alma de los españoles es a través del teléfono móvil. Eso que el presidente Pallete o la vicepresidenta económica en funciones llaman la diversificación de la compañía. Y que otros, entre ellos la ministra de Defensa, interpretan que supone la cesión de algo más valioso: además de la llave de nuestros datos personales (lo que nos interesa, lo que nos mueve, lo que somos), los de nuestra estrategia militar. Y hasta ahí podíamos llegar. La milicia, como el sacerdocio, imprime carácter. Y hasta sentido común.
Ya que no en el Gobierno, a los ciudadanos nos gustaría confiar en el Estado. Incluso en ese supra Estado que, de facto, es la Unión Europea. Pero a veces nos es difícil, cuando lo que está en juego son nuestros datos, es decir, nuestra identidad. Nuestra libertad, en la siguiente línea de lectura. Ya que somos sordos a lo que nos dice estos días la India desde el G-20, que ellos son la única alianza posible que tiene el viejo Occidente para evitar que la gobernanza china de Xi Jinping se convierta en una auténtica gobernanza mundial, al menos no deberíamos estar ciegos ante lo que supone, una acción tras otra, la cesión progresiva de nuestros derechos, y hasta de nuestros sueños, al poder puro y duro del petrodólar.
Pero es lo mismo. Porque por aquí, más que el nuevo orden internacional lo que verdaderamente nos preocupa, tras los flecos legales del beso y el achuchón, es el nuevo jardín en el que se ha metido nuestro fútbol femenino: los sueldos de las jugadoras profesionales. En lo del fútbol, empezando por Hacienda y terminando por Telefónica, definitivamente no todos somos todos. O por lo menos no todos somos todos y todas. Las brechas o los techos de cristal que con tanto énfasis se tratan de superar en las empresas y en las instituciones, en el fútbol resultan ser verdaderas fosas abisales, o cúpulas celestes en su caso. Igual hay alguno que piensa todavía que los saudíes, como los qataríes o los emiratíes (¿le quedarán ganas de reírse de estas cosas al rey emérito en Abu Dabi?), además de ayudarnos en nuestro ocio deportivo lo van a hacer a partir de ahora en la defensa de nuestros derechos y libertades.
En fin, que ahora que se ha ido Meritxell Batet, con la satisfacción del deber cumplido (¡y tanto!), por lo menos nos quedará Margarita Robles en el Congreso de los Diputados. Seguramente la primera piensa que ya ha oído todo lo que tenía que oír y visto todo lo que tenía que ver en una legislatura que en muchos momentos nos ha recordado a los tiempos en que Calígula nombró a su caballo Incitatus senador de Roma. Y seguramente volveremos a recurrir a la segunda cuando los chicos de la Saudi Telecommunication Company decidan qué van a hacer con la cuota de poder (y de datos) que les otorgan sus acciones en Telefónica. O cuando haya que empezar a defender o a atacar los nuevos significados que en las próximas semanas vamos a ver asignados a palabras como amnistía o autodeterminación. Unos más y otros menos, puede ser. Pero al final Margarita sí que somos un poco todos.
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