El presidentde Venezuela, en su programa de televisión, 'Con Maduro'. Efe
Opinión

El son de la degeneración

«Una vez más, del Maduro al madurito resultón, que trata de distraernos vendiendo como acción propia lo que no es otra cosa que la aplicación de la normativa europea»

Carlos Aganzo

Valladolid

Sábado, 21 de septiembre 2024, 08:27

No cesa. En todo caso se recrudece y se caricaturiza cada día un poco más el culebrón venezolano. Con su condena internacional, su represión creciente y su trastienda española, tan concomitante. Eso que el ministro Albares llama el 'amparo' español al reconocimiento forzado, y por ... escrito, del triunfo electoral de Maduro por parte de Edmundo González. Con el triste oficio de nuestra embajada en Caracas de por medio. Todo ello adobado con la exhibición de Superbigote, en la televisión venezolana, del fusil presuntamente incautado a los presuntos terroristas españoles. Nadie sabe decir quién es más cínico que quién en esta representación.

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Y dan ganas de seguir hablando de lo vergonzosamente mal que lo hacemos con vistas al exterior de no ser por la vergüenza ajena de nuestra propia política interior. Por más señas, la farsa de esta semana bautizada con el pomposo nombre de Plan de Regeneración Democrática. Accusatio manifesta de cabo a rabo. Una vez más, del Maduro al madurito resultón, que trata de distraernos vendiendo como acción propia lo que no es otra cosa que la aplicación de la normativa europea. La búsqueda de la transparencia en los medios vestida con la teatralización shakespeariana del ser o no ser de un presidente que fingió retirarse a meditar, para volver a pervertir un poco más la propia esencia de sus funciones: (des)gobernar el país en función únicamente de sus intereses familiares. Malo si a la democracia hay que regenerarla, porque eso significaría que está corrompida. Peor si, como dice la oposición, el regenerador que lo regenerare termina siendo un degenerador mayor. En eso andamos.

Lo cierto es que, leído el texto del plan, solo hay que anotar dos cosas. Una: que nada tiene que ver con la generación ni con la degeneración democrática, por más que se empeñe el guion del teatrillo. Y dos: que en un país como el nuestro, joya y prez del caciquismo ilustrado, donde cada gobierno local, autonómico y no digamos ya central, lleva decenios alimentando sus propios medios de propaganda y disfrazándolos de periodismo, va ser muy difícil que toda esa presunta nueva normativa favorezca de verdad a los medios independientes. Esos que, desde su propio concepto, representan el verdadero valor de la pluralidad y la democracia. Si, de acuerdo con el plan, de verdad se pusiera coto a toda esa pléyade de medios dependientes, por no decir subalternos, de gobiernos y administraciones, no sé si igual nos quedábamos con menos cabeceras que Venezuela. Porque Venezuela, entre otras muchas cosas, nos recuerda cada día que las máquinas del fango no están precisamente en las trincheras de los opositores a los gobiernos, sino más bien en los sótanos de los propios palacios gubernamentales.

Bien mirado, la farsa no deja de tener cierta gracia. La presunta izquierda dando asiento y cobertura a la palabra 'dictadura', mientras la derecha clama con aire jacobino por la libertad, la igualdad y hasta la fraternidad de los españoles. El que gobierna y maneja la propaganda, hablando de regenerar la democracia que él mismo trabaja cada día por corromper desde el poder, y el que está en la oposición, defendiendo que toda esa propaganda que le impide gobernar siga en su sitio… «Al revés te lo digo 'pa' que me entiendas», que decía el cantaor. Tintes de sainete, en todo caso, con aires de cante de ida y vuelta, como las guajiras, las milongas o las habaneras. Eso que Antonio Burgos cantaba por boca de Carlos Cano: «La Habana es Cádiz con más negritos; Cádiz, La Habana con más salero». Cambia Cádiz y la Habana por Caracas y Madrid y acertarás. Ni los 'buscas' de Israel sobre Líbano ni los misiles de Rusia sobre Ucrania son capaces de silenciar el son. Son de la degeneración, sí, en el más amplio sentido del término.

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