

Secciones
Servicios
Destacamos
No para de llover. Llueve sobre los campos de Castilla la vieja, y en la nueva Castilla, hasta las aguas del Manzanares se desbordan, que ... ya es desbordarse. Llueve también la muerte desde los drones rusos, en su modo tan particular de interpretar las negociaciones de paz para Ucrania. Nadie, ni siquiera su falso amigo Trump, termina de conocer las verdaderas intenciones de Putin, en una guerra de victorias pírricas y derrota generalizada. Con la única esperanza de que en las declaraciones ya no se habla de alto el fuego, sino de «paz duradera», no sabemos a qué precio. O sí, porque somos conscientes de la ignominia de que rusos y americanos hayan dejado definitivamente a Europa fuera de juego. Esa Europa que anuncia como pataleta, en todo caso, 210.000 millones en sanciones a Rusia, para empujarles un poco más a la negociación. Pronto veremos hasta qué punto y con qué consecuencias hemos perdido esta oportunidad.
No para de llover. Los ríos se desmadran y las aguas de la política bajan turbias y lodosas. La paz se va a imponer humillando a Ucrania, obligándola a ceder territorios al invasor ruso y prebendas al negociador único estadounidense. Con el contexto del pasmo y de un rearme sin precedentes en Europa. Y sin apenas oposición al gasto militar, por más que España e Italia traten en los últimos días de tomar distancias con la corriente general de sus socios europeos, retrasando como pueden el momento de rascarse el bolsillo. Eso que Meloni y Sánchez llaman en esta hora «flexibilización». De quedar alguno, y fieles a sus principios ideológicos, los pacifistas europeos han renunciado a presentar batalla. Optan (optamos) por la resignación.
No para de llover. Y España es, quizás, el mejor ejemplo de ello: se agota una legislatura sin horizontes ni presupuestos, y todo lo que podemos decir es que llueve. Y que la furia de las aguas de los ríos encalabrinados no nos inquieta tanto como determinar cuántos menores inmigrantes se reparte cada comunidad autónoma. De acuerdo a unas proporciones que no tienen que ver con otra cosa más que con la guerra política entre el Gobierno de coalición y la coalición de gobiernos de las autonomías contrarias al Gobierno. Por arriba, Sánchez en coalición con la neo ultraderecha de Junts. Por abajo, Mazón en armonía con la otra ultraderecha de Vox. Los dos grandes responsables (Estado y Autonomía), de las innecesarias muertes en la Dana de Valencia, se ponga como se ponga cada quién. Con la información pública y compartida de los servicios de emergencias, entre la inhibición de uno y la evidente negligencia del otro. Y ahí siguen los dos.
No para de llover sobre mojado. La versión en barro y en miseria humana de esa otra batalla sorda que ahora se rememora, y que se llevó por delante muchas más vidas que la Dana: el fracaso en la gestión de la pandemia. Esa que los medios públicos tratan denodadamente de centrar exclusivamente en el gobierno de Madrid, olvidando la inconstitucionalidad declarada de todas y cada una de las actuaciones del Gobierno central en aquellos días que nos dejaron a todos con secuelas físicas y morales. La hipocresía llevada al grado sumo, hasta el punto de llegar a convertir, tiempo más tarde, al ministro responsable nada menos que en presidente de la Generalitat. Así somos de pacifistas. O de inconscientes.
Llueve sobre nuestras conciencias y marzo no se atreve a mayear un solo día. Se pasa el sol de la primavera por el forro. Y más allá de las lluvias, dicen los mismos meteorólogos que tan diligentemente anunciaron en su día los desastres de la Dana (si bien no sus muertos), lo que vendrá después del agua será un frío polar. Frío húmedo que no se termina de quitar de los huesos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.