Imagen de archivo de la presa de Almendra, en Salamanca. Felix Dominguez

Cariño

«Me maravilla esa tecnología que permite que se encienda la lámpara del salón gracias a una ciencia diseñada para crear y exportar energía desde la región a cualquier rincón de España»

Paco Cantalapiedra

Valladolid

Domingo, 19 de septiembre 2021, 08:22

Por razones que no hacen al caso, conozco bien casi todos los pantanos de la región: grandes, pequeños y medianos, pero imprescindibles. Es más: de tanto visitarlos llegué a cogerles cierto cariño, si es que uno puede experimentar ese sentimiento ante una pared de ... hormigón que forma un lago gigantesco. Con todo, los embalses más molones son aquellos que producen energía eléctrica, la gran mayoría.

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Aunque pueda parecer un poco cursi tiene su encanto oír cómo van saltando los generadores a medida que se hace de noche o empiezan las fábricas a currar. Si mal no recuerdo, fue en el de Ricobayo donde un técnico iba explicando por qué las turbinas se ponían en marcha de repente: mira, decía, eso significa que en Zamora ha empezado a funcionar el encendido urbano; o ahí tienes la fábrica tal parando la producción; o Renfe necesita más potencia.

Puede que a algunos todo esto les parezca una pijada, pero me maravilla esa tecnología que permite que se encienda la lámpara del salón gracias a una ciencia diseñada para crear y exportar energía desde la región a cualquier rincón de España. Otra cosa bien distinta es el cabreo que nos embarga a casi todos el desbocado precio de la luz, hasta el punto de que si hoy me dijeran que tal ciudad ha encendido su alumbrado, en lugar de pensar en la técnica exclamaría: ¡más pesetas al cajón de las eléctricas! En este caso, lo del cariño no viene a cuento…

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