Puede que algún desocupado lector esté ahora mismo hojeando El Norte junto a un cafelito en la terraza de su bar preferido aprovechando que la Junta ha levantado varias restricciones. Sin embargo, utilizo este rincón para pedir vigilancia a los dueños y prudencia a ... los clientes, porque la cosa no está para tirar cohetes. Lo digo porque el mismo periódico publicaba anteayer dos noticias que llamaron mi atención: la primera anunciaba que hostelería, gimnasios y centros comerciales reabrirían hoy, cosa que ha sucedido, mientras que la otra revelaba que instituciones y científicos apremiaban a la canciller alemana a «decretar un cierre duro ante el peligro de sumar 50.000 infecciones diarias por los contactos navideños». No me negarán que ambas informaciones son contradictorias ya que una exhorta a perder el miedo y la otra predica justamente lo contrario. El día que nuestros próceres nos invitan a tomar la calle, los sabios teutones apuestan por la mano dura para no tener que lamentar más rebrotes y sufrimientos.
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Ojalá se equivoquen los expertos que rodean a la señora Merkel y sean unos cantamañanas, adjetivo que el Diccionario de la Academia aplica a las «personas fantasiosas que no merecen crédito». Y confío en el criterio de los que asesoran a nuestros políticos regionales porque, al fin y al cabo, igual tenía razón aquel eslogan tan exitoso de hace medio siglo: «España es diferente»…
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