J. Castillo

Cansino

«Me agobia leer historias de muertos, de infectados, de ucis a rebosar, de las consecuencias sanitarias y económicas que está dejando a su paso esta maldición que, Dios lo quiera, puede que acabe cuando nos vacunen a todos»

En momentos de tanta tribulación se agradecen reportajes como los de ayer y hoy publicados en el diario que tiene usted en sus manos, desocupado lector. Sobre todo porque agota a María Santísima tanta muerte, tanta destrucción y desesperanza con la pandemia como protagonista absoluta ... de nuestras vidas. Me agobia leer historias de muertos, de infectados, de ucis a rebosar, de las consecuencias sanitarias y económicas que está dejando a su paso esta maldición que, Dios lo quiera, puede que acabe cuando nos vacunen a todos. Por eso me alienta esta selección de personas que han superado la pandemia, prueba inequívoca de que la vida sigue abriéndose camino. A muchos (como servidor, sin ir más lejos), nos reconfortan y ayudan a mirar el futuro con optimismo las noticias de no infectados, de niños nacidos durante el confinamiento, de profesionales deseosos de reabrir sus negocios para seguir haciendo lo único que saben hacer: vivir como antes, aunque sea con mascarilla.

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Tras este año horroroso que hemos soportado llegan también sueños muy diferentes a las pesadillas porque nos recuerdan que hay esperanza, que hay vida más allá de un panorama cansino hasta el aburrimiento. Aunque sea difícil ver la luz al final del túnel, quiero pensar que esa claridad no es un espejismo ni otro tren que viene de frente. Y, por favor, no me quiten la ilusión de ser un gilipuertas que piensa en positivo…

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