Me tiemblan las canillas cada vez que el Ayuntamiento anuncia cambios en el tráfico. A pesar de que no tengo coche ni carné de conducir, observo embotellamientos donde antes no los había, y carriles bici usados por cuatro gatos para el lío que se monta ... .

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Creo que es la segunda vez que pongo como ejemplo el trayecto entre la Plaza de la Universidad y el Paseo de Zorrilla, atorado, como poco, durante media jornada. Es cierto que los embotellamientos en esa zona parecen haberse aminorado en las últimas semanas, pero los vehículos que ya no circulan por allí ocuparán otras calles que antes vivían más tranquilas.

Es posible que algunos conductores hayan cambiado el auto por la bicicleta, sistema de transporte mucho más ecológico y sostenible, aunque no conozco a nadie dispuesto a dar semejante paso vendiendo el buga o dejándolo en el garaje hasta la llegada de las vacaciones.

Como tampoco tengo a mano estadísticas sobre los automóviles que han ido al desguace en favor de las dos ruedas, no me atrevo a pronosticar nada, aunque me temo que el número de coches actuales se parecerá bastante al que rodaba por la ciudad hace uno o dos años.

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Ahora toca una nueva vuelta de tuerca peatonalizando más calles y «mejorando la movilidad ciclista con la creación de nuevos tramos de carriles bici», tal y como señaló el Consistorio en una nota oficial. Así que enhorabuena a los premiados, que somos todos…

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