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Sin pretenderlo, la vicepresidenta Carmen Calvo ha improvisado una definición de eso tan difuso que es el latido nacional; vamos, que pensando en zurrarle a Ayuso se ha marcado una definición social de lo nuestro que ni Ortega. Los candidatísimos nos han llevado en Madrid ... a ese acto casi inercial del sufragio, con mucha crítica del otro y ningún programa. Algunos nos instalamos en la capital, siendo muy jóvenes, para trabajar en esto del periodismo. Luego vinieron, efectivamente, las ex, las cañas y a veces los berberechos, que están por las nubes, por cierto.
El político ese parásito perfecto, el piojo de oro que no abandona el escenario público así lo maten, ha hecho de su vida un reality con estrambote y sabe que el personal lo va a votar, así se ría en su cara. En Bruselas dicen que nuestro Plan Nacional de Reformas es cutre, así que Sánchez nos anuncia subidas de impuestos y hasta de los peajes en las autovías, más otras inequidades consistentes en que los pobres, en definitiva, les paguemos la fiesta a los ricos. Como algunos ministros, como el de Universidades o el de Inclusión y Seguridad Social, cuyo patrimonio hace que la tesorería del rey Midas parezca una baratija. Fíjense en que la eficacia de sus carteras es inversamente proporcional a su capital personal, lo cual, como diría el otro, es una 'parajoda' de nuestro siglo. Los demás seguiremos abriendo una latilla de bivalvos al limón, buscando a los maestros tiradores de birra y tropezándonos por la vida con las novias que fueron. Amén.
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