![Campus de verano](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202107/02/media/cortadas/EF0PQG91-kf6D-U140908716618iHE-1248x770@El%20Norte.jpg)
Campus de verano
Abriendo el compás ·
El patio es territorio comanche y al final la vida es esoSecciones
Servicios
Destacamos
Abriendo el compás ·
El patio es territorio comanche y al final la vida es esoMis padres, desde que éramos pequeños, a mi hermana y a mi nos metieron en un equipo de natación. Seguramente porque algún conocido les diría aquello de que es uno de los deportes más completos, algo que ellos tomaron como principal mandamiento y con el que nos martillearon durante años.
Y efectivamente, era por nuestro bien, pero se ve que la misma premisa no servía para ellos, ya que en los muchos años que duró aquel 'trauma' de la natación, no se metieron a remojo en ningún momento, y eso que entrenábamos tres días por semana. No seria por falta de oportunidades.
Era la época dorada del Elosúa con Hollis y Kazanowski y en el colegio lo que se practicaba era el baloncesto. Ya ven, la cosa del fútbol se ponía cuesta arriba.
Yo nunca fui una figura futbolística, quizá del montón para abajo. Mi jugador favorito siempre fue Fernando Redondo y los buenos recuerdos que tengo eran de los veranos donde me juntaba con mi primo David y unos amigos para competir en una liga de un club social. Nunca ganamos nada, pero eso sí, íbamos bien equipados. Una peletería nos patrocinó el primer año las camisetas, que eran de algodón rojo, sin número, ni nombre, ni nada. Íbamos tan justos que cuando alguno se quedaba castigado en casa, o se iba de vacaciones y había un cambio de jugador, acarreaba consigo también el cambio de camiseta. Aquella liga duraba gran parte del verano y lo verdaderamente maravilloso es que de allí salieron grandes tipos y amistades, y sobre todo muchas noches de nervios por competir en un deporte tan popular pero que a muchos se nos presentaba siempre inaccesible.
Desde que nació mi hijo Dimas siempre he tenido claro que íbamos a bordear el fútbol, al menos el de competición, por razones obvias. Durante el invierno hemos salvado con el tenis y el asunto parecía bastante encaminado, hasta que me he visto metido en el debate del 'mundo campus'. Ignorante de mí, pensaba que los veranos eran fundamentalmente para descansar, ociar y sobre todo para acostarse tarde. Pero la historia ha cambiado y ahora los niños parece que tienen que ir a los llamados 'campus' para relacionarse con otros muchachos, que preferiblemente no sean del colegio, por aquello de hacer amigos en otro foro.
Pues bien, cuando ya pensaba que tenía el verano encarrilado, el pequeño Dimas me dijo que el tenis muy bien, pero que él quería jugar al fútbol con camiseta y sin polo.
Medité bastante sobre el asunto, y valoré apuntarle a natación siguiendo la tradición, incluso he llegado a pensar que una escuela taurina no era una mala opción, con tal de evitar el fútbol. Pero rápidamente pensé en el patio del colegio, y en todos los cabrones que este verano estarán ensayando regates, rabonas y bicicletas. Y cedí, porque el patio es territorio comanche y al final la vida es eso. De momento somos del Madrid, pero no descarto que algún día peguemos unos capotazos a la Verónica, aunque sea con la toalla y en el borde de la piscina.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.