El Consejo Económico y Social de España (CES) ha presentado un interesante informe titulado 'Un medio rural vivo y sostenible'. El trabajo toca un punto muy relevante en que quizás se ha hecho poco hincapié, y que conlleva un perjuicio colateral para los objetivos del ... actual enfoque político, administrativo y social. En las últimas décadas se ha venido trabajando desde diferentes estamentos en la regeneración económica de las zonas rurales, en particular en la recuperación de población en aquellas áreas que se encuentran por debajo, o en el límite de la sostenibilidad de su desarrollo económico y social; las que componen la, en actualidad denominada, España vaciada. Un concepto acuñado en los últimos años y gestionado en las campañas electorales de muchos partidos, bastante menos en la actividad post electoral, con el lícito objetivo de conseguir votos entre la gente del campo y los amigos del campo y de sus gentes.

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Pero el problema es que ha puesto sobre la mesa sus problemas y debilidades. Por así decirlo, una campaña bienintencionada en el ámbito político ha generado una contra campaña accidental de reputación. Los mensajes positivos que intentan animar a empresas y particulares a invertir y localizarse en zonas rurales con escaso o nulo desarrollo, han trasladado una imagen de declive, de escasas infraestructuras, transportes y educación, así como otras limitaciones que al final frenan la decisión de los posibles inversores y nuevos habitantes. En concreto, la idea de despoblación, ampliamente divulgada, muestra un espacio de desarrollo profesional y personal solo atractivo para un sector muy pequeño de la población que, en muchos casos, busca un cierto aislamiento. Justo lo contrario a lo que necesitan estos territorios, demandantes no solo de personas y empresas, sino de un espíritu aperturista, contrario a la huida adelante que en no pocos casos acompaña a las nuevas iniciativas rurales.

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