Pocos responsables municipales han resistido la tentación de cambiar el tráfico. Desde aquellos alcaldes que a finales del siglo XIX impulsaron el tranvía hasta el actual, que apuesta por peatones y ciclistas, se han hecho multitud de arreglos, incluyendo la supresión del tren que iba ... por el Paseo de Zorrilla hasta San Nicolás y que tenía más peligro que un mono loco con un hacha. Y es lógico que los equipos de Gobierno hagan planes para mejorar la vida capitalina, que pasa por peatonalizar calles céntricas. A pesar de que estas decisiones suelen cabrear a los conductores que necesitan el coche y a los repartidores que las pasan canutas para abastecernos de cosas imprescindibles, hay que ser valientes y tomarlas.
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Como el arrojo y las agallas no escasean en el actual equipo de gobierno, ahora toca dar otra vuelta de tuerca y ponérselo un poco más difícil a los vehículos motorizados, pero cada vez que se peatonaliza una calle ganamos todos, especialmente cuando se hace con cabeza, cosa que no siempre ocurre.
No obstante, confío en que el cambio que ha acometido este Ayuntamiento pensando en patinadores y ciclistas (en detrimento de los demás usuarios de las vías públicas) obligue a ambos colectivos a circular por la calzada en lugar de hacerlo por las aceras a toda pastilla. Los primitivos tranvías tirados por caballos percherones tenían menos peligro, salvo que pisaras algún cagajón...
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