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Es esta es una época en que los iconos a menudo parecen ocultar las causas que simbolizan. Y ese es el recelo –y la crítica– que ha surgido desde algunos medios ante el protagonismo de la adolescente Greta, en coincidencia con su venida a Madrid ... durante la celebración de la Cumbre del Clima. Pero, más allá de la relevancia –merecida o no– que determinadas personas convertidas en verdaderos emblemas puedan tener, habremos de preguntarnos sobre la verdad de aquello que encarnan. Y encontraremos que –también– representan problemas muy complejos a los que se envuelve o escamotea con discursos más bien vagos y simplistas.
En el caso del cambio climático, la discusión no ha de centrarse en sus premisas, ya bastante asumidas: es decir, que la influencia de la actividad humana está –si no originándolo– acelerando notablemente el proceso de calentamiento del planeta. Lo que hay que debatir –ahora y sin tardanza– es qué remedio podría encontrarse para ello. Pues todo apunta a que, sea este el que sea, va a comportar una transformación radical del mundo en lo cultural, en lo social y en lo económico. La Unión Europea ha echado a sus espaldas la responsabilidad de liderar tan gigantesco cambio. Y es –precisamente– desde la UE que ciertas voces autorizadas declaran que el coste de dicha transformación será enorme, aunque supondría más gasto y terribles consecuencias no realizarlo.
Por lo que en Europa ya se preparan leyes para llevar a cabo semejante 'vuelco energético', que deberá alterar sectores de producción tan dispares como la agricultura, la ganadería o la industria. Lo que es igual que decir toda la historia previa de la humanidad con sus correspondientes etapas. Y, en efecto, nuevas tecnologías sustituirán a las que hoy pasan por ser las más futuristas y sorprendentes, pero la cuestión fundamental estriba en cómo hacer para que ese proceso tenga lugar con una prontitud que resulta indispensable. Dicho de otra manera: ¿bastará con el impulso que, a partir de nuestro viejo continente, se quiere propinar a este giro absoluto de dirección en el rumbo de las cosas para que el mismo se realice de la forma más satisfactoria?
Porque ¿será de verdad posible generar tamaño vaivén planetario cuando nos hallamos tan lejos de alcanzar no ya un gobierno democrático global, sino –incluso– una legislación que aspire a poder ser cumplida globalmente? Y, suponiendo que ello fuera factible además de deseable, esto es lo que constituye el gran tema de fondo. Ya que el credo económico europeo que se ha pretendido exportar –y hasta imponer– desde aquí al resto del mundo predicaba el liberalismo comercial. Claro está que no exento de restricciones donde y cuando conviniera a los poderes imperantes: de ahí lo que se conoce como 'la patada a la escalera' (del libre comercio) que las grandes potencias han administrado sobre los países en desarrollo tantas veces como les ha venido en gana, practicando –de otro lado– el proteccionismo de su propio sistema productivo a discreción.
Paradójicamente, es esa Europa que promovió una industrialización enmascarada de progreso –a marchas forzadas y por todas partes– la que da la impresión de, por fin, empezar a reflexionar acerca de una amarga enseñanza: el mercado no se regula sabiamente a sí mismo y el dinero, con sus pies manchados a veces de sangre y sus manos siempre avarientas e insaciables, tampoco. Si los polos norte y sur se deshielan, los osos vagan hambrientos sin horizontes de nieve, los pingüinos no entienden nada y los bosques arden en el Amazonas o las aguas se desbordan torrencialmente, no es por casualidad ni por maldición divina. Un modelo de crecimiento infinito y de capitalismo voraz e irresponsable nos ha traído a las realidades con frecuencia atroces y seguramente insostenibles que vivimos los habitantes de la tierra. Hay que repensar qué otros modelos alternativos puede haber, sí. Pero, admitiendo que nadie posee la receta mágica para una problemática tan complicada, tendremos que combinar distintas disciplinas científicas, aprovechando todo el conocimiento acumulado en torno a este planeta y la acción humana ejercida sobre él, hasta descubrir el camino más adecuado por recorrer.
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