¿Cambio de ciclo?

Conviene tentarse siempre la ropa y no confundir los datos que construyen el relato de la actualidad. Para las próximas elecciones generales falta aún mucho tiempo, en concreto más de un año, que puede traducirse como toda una eternidad en política. Además, debe de tenerse presente que Andalucía no es España y que el ambiente político, económico y social que ha rodeado estos comicios autonómicos puede variar mucho, y de manera muy significativa, en escaso tiempo.

Así las cosas, los datos objetivos no pintan nada bien para el PSOE. Tras Galicia, la Comunidad de Madrid y Castilla y León, Andalucía supone un nuevo traspiés consecutivo para Pedro Sánchez que ve diluirse la magia de su «política bonita». Se nota un cierto hartazgo de su forma de gobernar a golpe de decreto ley, de las continuas desavenencias con sus socios de coalición, de su afinidad con partidos como ERC y Bildu y, sobre todo, de la falta de soluciones a los problemas que afectan al dia a día de los ciudadanos de este país. La grave situación económica que se avecina no ayuda en nada a apuntalar a un líder deslavazado que sostiene un proyecto que hace aguas por todos lados.

En un futuro inmediato, con la subida de los tipos de interés y la retirada de estímulos en forma de compra de deuda por parte de los bancos centrales, va a evidenciarse que aumentar desmesuradamente el gasto público, como ha ocurrido, no es precisamente la mejor estrategia para abordar la tempestad financiera que se avecina. Hará falta embridar la situación y eso coinllevará sacrificios que provocarán el descontento de amplios sectores de la sociedad. Pedro Sánchez puede preguntarle a Zapatero por aquella noche aciaga del 12 de mayo de 2010, en la que Obama, Merkel y Draghi le apearon bruscamente de su política expansiva, hasta el punto de tener que acudir al Congreso de los Diputados a desdecirse de todo lo que había prometido en forma de gasto incesante para contentar a todos. Aquel día perdió las elecciones. Ahora, 'mutatis mutandis', puede ocurrir algo parecido.

El futuro se presenta turbulento y hace falta alguien al timón que sepa manejar el barco en aguas embravecidas. La navegación tranquila se ha acabado y a la gente no le llega el sueldo para vivir. Hacen falta soluciones alejadas de la demagogia que afronten la situación con firmeza. Todavía queda tiempo de legislatura, pero no resulta aventurado pensar que Feijóo tiene todas las papeletas para ocupar la cabina de mando, soltando lastre y estabilizando, en la medida de lo posible, la embarcación. Andalucía ha sido una meta volante tan significativa como premonitoria. En política todo puede ocurrir, pero la experiencia dice que conviene interpretar las señales, porque, a veces, los gobernantes tienden a confundir sus deseos con la inexorable, terca y dura realidad.