Calor coyuntural y estructural

Sin embargo, cuando estos episodios se juntan con otros, como el deshielo, la subida de temperaturas o el aumento de la desertificación, esto ya supone un giro estructural en el sistema productivo agrario y hablamos de un asunto mucho más grave. De acuerdo con el último estudio sobre cambio climático presentado por COAG, en nuestro país 250.000 hectáreas están seriamente amenazadas de desertificación y, en consecuencia, el sector agrario sufriría pérdidas por valor de 550 millones de euros anuales, de los que más de la mitad están relacionados con la escasez de agua.

La realidad es que el calor excepcional de mediados de junio se ha unido a un año extremadamente seco en buena parte de nuestra geografía, el segundo más seco de los últimos veinte años. En consecuencia las reservas hídricas están por debajo de los 28.000 hectómetros cúbicos, menos del 50% de su capacidad, y eso que solo nos encontramos al comienzo de la estación estival. Todo ello con unas previsiones de un verano especialmente caluroso y con una pluviometría por debajo de lo habitual.

Estas circunstancias han supuesto un cambio en las decisiones de siembra de los agricultores. Los recortes de agua que en algunas regiones se están produciendo han obligado al abandono parcial de aquellos cultivos de mayores necesidades hídricas. Es el caso de la remolacha, que en la zona norte ha pasado de 20.700 hectáreas a 17.200.