Ahora que ya ha pasado tiempo, ahora que yo ya no tengo nada que ver con el programa, me apetece hablarles de 'El condensador de fluzo', el programa de La 2 hecho por La Coproductora que tuve la suerte de arrancar. Lo hago, sobre todo, ... porque nunca he estado de acuerdo con aquel maximalismo de definir a la tele como «la caja tonta» cuando tontos se vuelven aquellos que no hacen, como de todo, un uso responsable de ella.

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Es un clásico aquello de juzgar al objeto en función del uso que le demos o que pensamos que le dan los demás, es por ese mismo reflejo que las redes son tóxicas, los coches peligrosos y YouTube un foco de peligros insanos para nuestros hijos. La tele nació para ser denostada desde el principio porque al ser humano le asusta lo nuevo aunque lo acabe acoplando a su vida. Pasó en España con la llegada de los restaurantes chinos que hoy pueblan cada esquina y cada dieta; se decía de ellos barbaridades como que usaban carne de gato (un curioso requiebro que sólo dejaba mal a la inspección de calidad española) o que, a las dos horas de haberla comido, la comida era digerida como por fotosíntesis dejándote con sensación de hambre otra vez.

La tele, cuando llegó, fue los restaurantes chinos del hogar siendo humillada por los grandes mesones de la radio y los restaurantes de lujo de los amantes del cine. El propio Groucho acuñó esa frase que, no por mítica, no estaba llena de maldad: «Encuentro la televisión muy educativa, cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro». Curioso fue que Groucho acabara su carrera como estrella de la tele presentando uno de los concursos más míticos de EE UU, 'You bet your Life'. Más de una vez se tuvo que envainar la susodicha frase, algo que a los cómicos no asusta ya desde aquella época, porque desde siempre han vivido de lo que la risa de la gente demanda en cada momento y asumen que no tienen la culpa de que el humor del espectador cambie y ya no valgan sus tonterías del pasado.

La tele ha sido tonta y lista desde que nació y dice poco de nosotros como espectadores que los programas, desde siempre, que mejor han funcionado, sean aquellos que han bordeado más lo tonto o lo simple que los elevados; no dice nada, eso sí, del objeto que se limita a enchufárnoslos.

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'El condensador de fluzo' lleva la historia, de manera divertida, a las casas de aquellos que opten por darle paso y no la lleva a los que prefieran cualquier otra cosa. No sé si unos son más listos que otros, sé que luego muchos de ellos dicen que ven programas basura porque no hay otra cosa. Hay una tele lista y ahora, que además lo presenta Raquel Martos, más lista si cabe.

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